En el siglo XX, Karl von Frisch descifró la danza con que las abejas comunican a sus compañeras dónde hay alimento. Giran y sacuden el abdomen de una forma peculiar ya descrita por Aristóteles hace 23 siglos. Pero esta danza es propia de las abejas obreras, no de las reinas, que utilizan las feromonas como forma de comunicación química.
Anteayer, vimos en laSexta cómo
unos periodistas en Suiza pedían a la infanta
Cristina su parecer sobre las últimas noticias judiciales sobre la
corrupción en el caso Nóos. La infanta sonrió, dijo “Buenos días” y subió a la parte trasera de un cochazo. Cuando este
arrancó, elevó el brazo derecho, abrió la mano y, flexionando la muñeca hacia
atrás, la sacudió repetidamente a los lados. Tras bajar el brazo un instante,
volvió a repetir la misma sacudida. Varios programas de laSexta que emitieron
las imágenes dijeron que la infanta no contestó a las preguntas. ¿Y si
contestó, pero nadie descifró su peculiar danza?
Para nosotros, decir “Buenos
días” y sacudir la mano extendida desde un cochazo a unos currantes que quieren
informar a los españoles es no responder porque solo significa “Hola y adiós, pringaos”. Pero, ¿y si
significa otra cosa? Tal vez, entre los humanos convivan diferentes formas de
comunicación, como ocurre en las colmenas. Quizá, dentro de 24 siglos (si la
realeza no se extingue antes) un tipo gane el Nobel por descifrar la danza que
la casta real utiliza para comunicarse, una danza hasta entonces incomprensible
para los humanos obreros que usamos un lenguaje más prosaico. Entonces se sabrá
qué dicen, cuando parece que no dicen nada, tanto los reyes y reinas como el
reservorio adjunto de herederos y herederos en la línea sucesoria que
habitualmente revolotea a su alrededor. La danza de los zánganos parece más
accesible y, vista aquella carrera de Urdangarín
huyendo despavorido de la prensa, tal vez solo sea una variante de la danza de
guerra de la comadreja. Sea como sea, quede claro que en esta historia me
corresponde el papel de Aristóteles. Que es a lo que voy, claro.
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