Felipe VI rompe con su padre Juan Carlos y con su abuelito político Francisco Franco. Ese es el verdadero sentido último del brillante mensaje navideño del rey.
Como cada año, en las casas nadie prestó atención al
tradicional programa “Mensaje de Navidad de Su Majestad el Rey” previo a la
cenorra de Nochebuena. Si nos enteramos de lo que dijo es gracias a la turra
que nos dan al día siguiente los intérpretes y correveidiles oficiales del
reino. Aquí les ofrecemos nuestra interpretación para que vean que jugar al “A que te
pillo” con los textos sagrados está al alcance de cualquiera por mucha resaca
que tenga.
No es casual que una aureola resplandeciente rodeara al rey
durante su mensaje navideño. Fíjense: a sus espaldas, tras la ventana, no hay
un árbol de navidad iluminado, sino una estructura encargada de sostener las
lucecitas que enmarcan su figura salvífica. Así, la bandera española (que
tradicionalmente estaba tras su padre otros años) es orteguianamente sustituida
por una alusión a las estrellas de la Unión Europea. Señala así, al futuro.
Pero, ¿y el pasado? Las luces no son intermitentes como en los árboles de
Navidad porque no quiere que de su reinado salten chispas, sino que son referentes
tan firmes como las estrellas de la corona de la Inmaculada Concepción. En efecto, su reinado se inicia sin el
pecado original que manchó a su padre cuando aceptó la corona jurando fidelidad
a los principios del Movimiento Nacional franquista. Esta ruptura se confirma
con la imagen del estandarte real que abre y cierra la retransmisión: en él
faltan el yugo y las flechas que sí tenía el estandarte de su padre. Incluso
hace un guiño a la República al eliminar la cruz de borgoña que también
conservaba su padre y que había sido utilizada por Franco para sustituir en los
aviones del ejército la bandera republicana.
Anímense ustedes haciendo sus propias interpretaciones. En
13TV, por ejemplo, celebran el claro apoyo real que supone que el discurso
terminara en el minuto 13 y se viera en la TV. ¿Ven qué fácil?
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