1/11/14

"UN TIEMPO NUEVO DE BUENA LEY"


El hecho de que el inicio de “Un tiempo nuevo” haya coincidido con el final de “De buena ley” me provoca una leve inquietud. El hecho de que “De buena ley” fuera un falso programa debate en el que una serie de actores representaban falsas polémicas domésticas hace que mi ansiedad alcance niveles moderados. El hecho de que ambos programas sean emitidos por Telecinco y los presente Sandra Barneda lo convierte todo en un miedo intenso. Mucha gente ignoraba que “De buena ley” era un falso show judicial. Se pensaban que la suegra que denunciaba a su nuera -por haber vendido la vajilla que estuvo cinco generaciones en la familia y con la que se quedó tras separarse de su hijo- era en verdad una suegra. Se pensaban que la cuarentañera que tenía enfrente era en verdad su nuera. No sabían que se trataba de actores recitando un guión preestablecido. Y la misma semana que termina “De buena ley” comienza “Un tiempo nuevo”.

Uy. Uyyyyy. Qué mosqueo. Porque juraría que al tío que salió diciendo que era ministro de Hacienda le vi hace unos meses en la sobremesa de Telecinco siendo denunciado por un vecino al haber arrollado con su coche la bicicleta que su hijo por error colocó en su plaza de garaje. Y uno que salió diciendo ser un representante de Podemos se parece demasiado a un trabajador del Real Madrid que el año pasado apareció en “De buena ley” quejándose de que un amigo había difundido por la red unas fotografías suyas con una camiseta azulgrana que le habían costado el puesto de trabajo. ¿Y si resulta que todos en “Un tiempo nuevo” son también actores y estamos ante un falso debate político completamente guionizado? Todos: políticos, periodistas, público. Todo escrito por un guionista, concretamente, por un mal guionista completamente previsible.

Además, en el primer programa salió un tal Bertín Osborne hablando de política. Y yo a ese tío ya le vi antes presentando concursos y cantando horteradas. Ahora estoy seguro: “Un tiempo nuevo” es la versión política de “De buena ley” pero sin un juez que al final dé la razón a unos u otros.

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