A bocajarro: “Busco un tío con buena economía porque yo siempre he vivido muy bien. Es importante que tenga un buen coche, a poder ser Mercedes o BMV porque yo nunca he conducido una gama inferior; y también quiero que sea un caballero, que siempre conduzca él y que pague las cenas, nada de hacerlo a medias”. “Yo quiero una chica que sea educada, que haga deporte, que sea simpática y que sonría mucho. Estoy cansado de conocer a tantas chicas sin llegar a nada. Quiero que mi Eva huela bien, eso es fundamental, yo huelo a hombre”. Ella remata: “Cuando me miroal espejo pienso en lo guapa que soy, me considero un bellezón. Busco un chico acicalado y que, cuando yo le vea, piense: Dios mío qué bueno que está”. Y él también: “Estoy muy orgulloso de mi miembro viril”. Esta es la forma en que se presentaron los dos primeros participantes de “Adán y Eva”, ese programa porno que Cuatro emite los martes por la noche.
En la segunda entrega tuvimos que oír cosas peores. De ella:
“Soy un poco bipolar porque soy géminis.
Hubo un tiempo en el que me dio por las mujeres. Dejé de ser lesbiana cuando me
gustó un tío cachas que vi en una discoteca. Tengo un conflicto con mi propio
yo, no puedo dormir con nadie. Me gusta que los demás me sirvan, la comodidad y
la gente a la que le gusta ganar dinero”. De él: “Quiero encontrar a la sirena de mi mar. Estoy contento en esta isla
porque me encanta el mar y nosotros somos 80% agua”.
En efecto, “Adán y Eva” es un programa porno que muestra a
sus participantes tal y como son: idiotas. Los exhibe hablando sin pudor y sin
plantearse que los espectadores no tenemos por qué presenciar algo tan
desagradable. Que salgan todos desnudos si hace falta, pero, por favor, que
tapen con pitidos sus vergüenzas.
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