19/11/14

ELVIS, ADÁN Y EVA


Después de que a Elvis Presley se le ocurriera mover las caderas en un concierto, ganándose el apodo de “Elvis la pelvis”, un juez de Florida dijo que Elvis era un salvaje que con su música estaba corrompiendo a la juventud. Mucho antes, en la Atenas clásica, un tal Sócrates se dedicaba también a mover las ideas de los atenienses a golpe de preguntas, hasta que Anito, Melito y Licón le acusaron de corromper a la juventud y Sócrates se vio obligado a beber la cicuta. Pero ni la música de Elvis ni las preguntas de Sócrates eran corruptoras de la juventud. Elvis y Sócrates siguen siendo muy atractivos, y su música y su modo de acercarse a las grandes cuestiones de la vida siguen inspirando a quienes se encuentran con el chico de Tupelo y el viejo ateniense.

No creo que Sonia, Alejandro, Miriam, Álex y los demás concursantes de “Adán y Eva” (Cuatro), tan alejados de Elvis y de Sócrates, contribuyan a la corrupción de la juventud más que, por ejemplo, la vida y obra de Rodrigo Rato. Cuando Sócrates se defendió de la acusación de corromper a los jóvenes, llevó a Melito al absurdo de admitir que todos los atenienses tenían una buena influencia sobre la juventud excepto, precisamente, Sócrates. Sería también absurdo admitir que toda la programación televisiva, desde “Cuarto milenio” a “Gran Hermano” pasando por la información futbolística y los colaboradores de “Sálvame”, ejercen una buena influencia sobre la juventud excepto, precisamente, “Adán y Eva”. Es fácil contestar, como hizo Jenofonte cuando Sócrates le cerró el paso con un bastón, a preguntas cómo “¿dónde se compran las mercancías?”, pero Jenofonte no supo qué decir cuando Sócrates le preguntó por el lugar en que se hacen los hombres de bien. “Adán y Eva” es una mercancía, un producto de usar y tirar que se compra en Cuatro como quien compra una hamburguesa grasienta o una foto de Kim Kardashian con el culo al aire. Los jóvenes no se van a corromper por echarse unas risas tontas con “Adán y Eva”, comer hamburguesas o admirar culos famosos. La basura no es tan temible como no saber qué decir cuando nos preguntan dónde se hacen los hombres de bien.

Cuando los concursantes de “Adán y Eva” caigan en el olvido, la música de Elvis y las preguntas de Sócrates seguirán iluminando a los hombres de bien.

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