14/11/14

EL PODER TE HACE BUENO


A las cadenas de televisión les gusta hacer lo que les da la gana. Pero no es fácil de conseguir porque los demás normalmente no dejan. A no ser que, por algún extraño motivo, los demás no digan nada y aquí paz y después gloria.

Hace años, se discutió cómo proteger a los niños de los contenidos inapropiados con los que podían tropezarse si se permitía que las cadenas hicieran lo que les diera la gana con la violencia, el sexo, el ocultismo o las drogas. Las cadenas no querían ningún control, claro, porque preferían andar a su bola. O sea, como los parlamentarios españoles, que pueden viajar gratis sin que nadie revise qué hacen. Buscar cuáles eran sus argumentos da pereza, pero podemos echar un vistazo a los actuales defensores de este sistema para hacernos una idea. “Esto no es un colegio, los parlamentarios son mayores de edad y tienen que viajar en libertad”, dijo el portavoz del PP en el Congreso, Alfonso Alonso. La diputada del PP y vicepresidenta segunda del Congreso, Dolors Monserrat, añadió que no debe haber un control sino confianza: “Son gente muy responsable y muy austera”. Remató el presidente del Congreso, Jesús Posada: “Yo no pienso ejercer de controlador de la labor de los diputados. Me parece que los grupos pueden estar mejor preparados y son más idóneos para controlar su actividad”. Es el coladero de la falta de regulación disfrazada de autorregulación: imagínense qué chollo sería que las cadenas fueran las encargadas de vigilar sus propios programas porque esto no es un colegio, son mayores de edad, son responsables y tienen que emitir en libertad.

Por desgracia, antes no existían tan rotundos argumentos, por lo que las cadenas lograron aprobar su propio código de autorregulación, sí, pero su incumplimiento puede ser denunciado por cualquier espectador y es vigilado por un comité de autorregulación y una comisión de seguimiento. Afortunadamente hoy sabemos que el poder no corrompe, como creíamos, sino que –magia potagia– te hace bueno y justo. Por eso nuestros parlamentarios no necesitan tanta vigilancia y tanta pamplina.

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