Toñi Moreno
languidece en las tardes de La 1. “T con T”, el programa que presenta esta
temporada, ocupa ahora el mismo lugar que antes ocupaba “Entre todos”, el
programa que presentaba la pasada temporada. Desde su estreno, “Entre todos” se
hizo un hueco en el mando a distancia de unos cuantos miles de fieles
espectadores (incluyendo la reina Sofía),
pero “T con T” no termina de arrancar. Los seguidores de “Entre todos” que
ahora han abandonado a Toñi Moreno le deben una explicación igual que se la
debía el alcalde Pepe Isbert al
pueblo de Villar del Río. A ver por qué antes estaban encantados de hacer la
digestión en la sobremesa viendo en “Entre todos” las desgraciadas situaciones
personales y familiares de las pobres personas que acudían desesperadas al
programa para pedir ayuda, y ahora en “T con T” no le ven interés a los
variopintos contenidos de un magacín al uso, un poco sosito y ñoño, pero
correcto aunque solo sea porque nadie tiene que aceptar en él la humillación de
desnudar su vida para hacer de la limosna un espectáculo audiovisual.
Sí, vale, pero ¿y qué pasa con los demás?, ¿qué pasa con
quienes no veíamos “Entre todos” pero lo criticábamos? Le dábamos leña con
tanta inquina (y razón) que este verano TVE acabó por rendirse. Anunció que
“Entre todos” no volvería y en su lugar Moreno presentaría un magacín blanco, sin
lástimas, penas ni conmiseraciones. Ya tenemos lo que queríamos. No demos la
razón a quienes decían que criticábamos porque queríamos no ver el dolor ajeno sin
hacer nada para remediarlo. Sigue habiendo ciudadanos sin trabajo, sin
vivienda, sin ingresos, con enfermedades raras, con dependencia de un cuidador
a quien no pueden pagar. Y sigue habiendo niños y jóvenes con problemas
familiares y dificultades para proseguir sus estudios. No queremos limosnas
para ellos. Los informativos hablan estos días de los presupuestos generales
del Estado. Vayamos más allá de los titulares y analicemos esos números:
sanidad, educación, desempleo, dependencia, becas. Y, luego, obremos en
consecuencia.
El comercio del dolor y el espectáculo. Lo más gracioso es que TVE1 se ha apuntado a la moda de Telecinco. Una pena.
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