Miguel Ángel
Rodriguez, ex portavoz del Gobierno de Aznar y actual contertulio
todoterreno que lo mismo plancha una polémica política que fríe un análisis de
la actualidad, tiene un problema que va más allá de las cosas que dice, de las
cosas que hace o de la desconcertante capacidad que exhibe para impartir
doctrina diciendo las cosas que dice después de hacer las cosas que hace. El
problema gordo de MAR es que su personaje es él y él es su personaje.
MAR intentó desacreditar estos días a Jordi Évole (que andaba de “gira televisiva” promocionando la
vuelta de “Salvados” y criticó una de sus barbaridades) “desvelando” que las entrevistas
del ex Follonero son tramposas
porque no son en directo, sino primero grabadas siguiendo un guion y después
montadas antes de ser emitidas en diferido. MAR se calentó y le desafíó a un
cara a cara en directo “sin guion”. Incluso amplió su desafío a Wyoming (al que
también acusa de cometer el pecado de trabajar con guión). En realidad, MAR no
desvela nada porque es público y notorio que Évole y Wyoming trabajan con guion
(aunque debería explicar si en su día aceptó ser entrevistado por Évole porque cuando
el entrevistado es él mismo, el engaño es aceptable y ya no le produce
escrúpulos morales.
Por otra parte, deberíamos entender que la grandeza de
Wyoming y Évole no está en que José
Miguel Monzón y Jordi Évole Requena
sean unos tipos muy listos, simpáticos e ingeniosos, sino en que han construido
unos personajes muy listos, simpáticos e ingeniosos a los que preparan unos
guiones en condiciones y ese es el motivo por el que no sueltan por esa boca la
primera ocurrencia que les viene a la cabeza, algo de lo que adolece MAR cuando
intenta epatar a la progresía.
¿Y la vuelta de “Salvados”? Excelente, ya lo vieron: una
buena idea, un guion currado, un escenario prodigioso y ese magnífico personaje
que antes fue El Follonero, y que ahora se hace llamar Jordi Évole, en su
sitio.
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