Estados Unidos obtuvo la independencia del Reino Unido mediante una guerra que tuvo lugar entre 1775 y 1783. La antigua Checoslovaquia se disolvió en 1993 dando lugar de forma pacífica a los países de Eslovaquia y la República Checa. La India consiguió su independencia mediante el uso de la no-violencia bajo el liderazgo de Mahatma Gandhi en 1947. La independencia de países como Costa de Marfil, Mauritania o Senegal fue una mezcla de insurrecciones, negociaciones y referéndums. Noruega se independizó de Suecia en 1905 mediante las negociaciones de Karlstad. México se independizó de España en 1821 tras diez años de guerra. Si gana el “sí” en el referéndum del próximo día 18, Escocia se independizará del Reino Unido mediante una consulta popular. A la variedad de procesos mediante los cuales se han formado los países actuales -guerras, negociaciones, insurrecciones, referéndums-, Cataluña está a punto de añadir uno nuevo nunca usado hasta la fecha: la independencia por hartazgo, por soberano aburrimiento, mejor dicho, por aburrimiento soberanista.
Es un nuevo método que no se apoya en las armas, sino en los medios de comunicación. Requiere que todos los informativos de todas las cadenas de televisión, de todos los programas de debate, que todas las entrevistas, todos los programas de reportajes, hablen constantemente de las iniciativas independentistas catalanas hasta que la población española, por un proceso de saturación sensorial básica, se desensibilice del asunto y se abstraiga por completo de la cuestión. Requiere que en España se hable más de la fiesta nacional catalana que de la fiesta nacional española. Requiere manipular tan descaradamente TV3 como para que hasta los trabajadores de dicho medio emitan un comunicado quejándose de la manipulación. No sé si una mentira contada mil veces se convierte en una verdad, como decía Goebbels, pero está claro que una mentira contada mil veces hace que el que la oye se harte de oírla y se desinterese por ella.
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