Cada noche tiene lugar en España un durísimo enfrentamiento después del telediario de las nueve. Ver “El hormiguero” es mucho más que ver “El hormiguero”. Ver “El intermedio” es mucho más que ver “El intermedio”. Cada noche después de la cena luchan a muerte en nuestro país dos formas radicalmente diferentes de terminar el día, es decir, dos filosofías. Cada noche se juega un Madrid-Barça. Tienen lugar unas elecciones generales. Góngora y Quevedo se cruzan sonetos despiadados. No le demos vueltas: los seres humanos sólo podemos ser de dos formas diferentes y nunca podremos entendernos entre nosotros. Cada noche Milcíades y Darío I vuelven a comprometer en Maratón las dos posibles soluciones de la naturaleza humana.
Pablo Motos ha iniciado su show todos estos días bailando con su equipo una coreografía difícilmente adjetivable. El Gran Wyoming lo ha hecho hablando de Jordi Pujol. Marron nos ha explicado las características de una resina que vuelve irrompible cualquier objeto que cubre, sea un huevo o una sandía. Dani Mateo ha utilizado unos vasos de plástico de colores para explicarnos el pucherazo electoral que prepara el Partido Popular ante sus previsibles malos resultados en los comicios municipales. Pablo Motos, Trancas y Barancas entrevistaron al Joker de Batman disfrazado de Ana Obregón. Sandra Sabatés y Wyo entrevistaron al encargado de las Naciones Unidas de la protección de los derechos en Gaza.
Parecen únicamente dos programas de entretenimiento televisivo, pero enfrentan a la ciudadanía a una elección que les define y les compromete más que la religión que dicen profesar, una encuesta del CIS o el colegio al que envían a sus hijos. Cada noche renacen las dos Españas, reconvertidas a comienzos del siglo XXI en dos actitudes diferentes desde las que enfrentarse a la vida. Lo que te hace ser quien eres es el rollito del que vayas. Españolito que vienes al mundo te guarde Dios, Pablo Motos o el Gran Wyoming han de helarte el corazón.
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