Año 2004. Episodio 8 de la decimoquinta temporada de “Los Simpson”. En “Marge contra solteros, ancianos, parejas sin hijos, adolescentes y gays”, diferentes colectivos de adultos quieren que la vida social de Springfield deje de girar en torno a los niños. Para librarse de la tiránica presencia de mocosos condicionando la vida adulta, son muchos los que se unen formando la asociación SAMPSHAYGCPP (Solteros, Adultos Mayores, Parejas Sin Hijos, Adolescentes Y Gays Contra Padres Parásitos). Marge contraataca formando “Las Familias, Primero”, que apenas cuenta con apoyos salvo la del anciano Sr. Burns, a quien sí le importan los niños, concretamente “sus jóvenes órganos”. ¿Comenzaba ya entonces la deriva de la serie amarilla hacia ideas flojas con guiones traídos por los pelos?
Año 2014. El canal Viajar emite una serie documental
titulada “Viajar con niños”. Tiene buena pinta. Siguiendo las andanzas de la
inquieta familia Roberts, la serie dice ofrecer trucos y consejos para que una
familia viaje por todo el mundo. Es realmente sorprendente comprobar que una
familia con dos niños pequeños puede pasarlo en grande visitando cualquier
rincón por extraño o lejano que resulte. ¿O no?
Pues no. Ellos dirán lo que quieran, pero “Viajar con niños”
no es un programa que muestre cómo los miembros de una familia viajan juntos,
sino cómo unos padres dedican todo su tiempo a que los niños hagan cosas de
niños. Las actividades familiares no son tales, sino actividades infantiles. En
los viajes, los niños nunca acompañan a sus padres, sino que son los padres los
que siempre acompañan a los niños. Todo está pensado para ellos y todo gira en
torno a ellos. Un punto de partida mal planteado y un aburrimiento final
garantizado en el que el mundo acaba reducido a un gigantesco parque infantil. Ay,
Marge, apoyamos “Las Familias, Primero” contra la SAMPSHAYGCPP, pero solo si
“familia” no se traduce automáticamente por “niños”. Y si “Viajar con niños”
deja de ser el disfraz con el que quiere engañarnos la serie “Viajar para
niños”.
1 comentario:
Cualquier sidrería, cualquier plaza de cualquier pueblo, todos los fines de semana de invierno y TODOS los días en verano, confirman que multitud de padres se entregan al trasiego de alcohol y jarana por el simple procedimiento de aparcar a sus hijos mirando a la pared (con una pantalla en las manos).
Casi mejor que, durante un momento, sean ellos los que vuelvan a hacer lo que hicieron antes, impidiendo que los chavales se empeñen en imitarles y ya sea demasiado tarde.
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