Pancho atraviesa la playa corriendo. “¡Chanquete ha muerto! ¡Chanquete ha
muerto!”. En los últimos años ha recorrido tantas veces la playa dando la misma
noticia que la pandilla no se apena tanto como en las primeras emisiones. Tal
vez por eso todos bajan la guardia y no prestan la debida atención a Tito
cuando, como siempre, dice a Julia: “¿Pero ha muerto del todo?”.
Imperceptiblemente, Chanquete comienza a moverse.
“Verano azul” es una
serie antigua, de cuando no había más televisión que TVE. No está preparada para
enfrentarse a la potente tecnología de la TDT. “The Walking dead” contamina
Nerja. Comienza la caza. El primero en caer es Quique. Se enfada porque, para
una puñetera vez que es el protagonista de algo, tiene que ser porque le muerda
un muerto de mierda y lo transforme en zombi. Hala, otro capítulo sin un diálogo
que llevarse a la boca. Así no va a ligar en la puta vida.
Uno a uno, los
integrantes de la pandilla van cayendo. Pasa como siempre pasan estas cosas.
Todos se reúnen en La Dorada a recordar al viejo pescador. Desi sale un momento
a no sé qué y no vuelve. Julia extraña su falta. Sale a buscarla y tampoco
vuelve. Se oyen ruidos raros provenientes del exterior. Algo ocurre. Una vez
más, Javi y Pancho compiten por Bea. Deciden ir juntos a rescatarla. A Desi que
le den. Se oyen carreras, golpes, gritos. Y el silencio. No se ve nada porque el
presupuesto de “Verano azul” no es el de “The walking dead” ni va para allá. Los
supervivientes aguantan encerrados dos días en el viejo barco varado hasta que
Piraña sale a buscar comida. Vuelve convertido en zombi con unas ganas terribles
de morder. Para eso no hace falta tanto presupuesto. No hay escapatoria.
Atrapados, Julia y Tito deciden enfrentarse al peligro como sólo ellos saben.
Cogen la guitarra y salen cantando: “¡Del barco de Chanquete…! ¡No nos moverán!”.
Antes de llegar al estribillo son despedazados.
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