Estaba claro que solo había que esperar un poco para que ocurriera. Y ha ocurrido. Tras la decapitación del fotoperiodista estadounidense James Foley, era cuestión de tiempo que nos enteráramos de que una cadena de televisión había metido la pata y no las había utilizado adecuadamente. En efecto, todos los informativos de todas las cadenas emitieron imágenes del vídeo del cruel asesinato, pero las editaron para que no se viera el momento en el que el asesino acerca el cuchillo al cuello y empieza a cortar. Pero Telemadrid no tuvo tanto cuidado. En las redes sociales se organizó una buena porque parece que en la presentación de los titulares del día se les fue la mano y no detuvieron el vídeo a tiempo.
Ver las imágenes de la víctima arrodillada y a su asesino
hablando cuchillo en mano ya es suficientemente duro. Sirve de sobra para
ilustrar la noticia. Y puede tener incluso un sentido periodístico añadido
porque desde un primer momento se utilizó el acento y la pronunciación inglesa
del homicida encapuchado como pista para identificarle. Pero tener que ver sin
previo aviso cómo le acerca el cuchillo al cuello (cuando, además, su familia
pidió que no se difundiera) parece algo innecesario.
Por otro lado, mostrar estas imágenes no es nada ilegal, no
está prohibido por la ley y puede lograr que aumenten los datos de audiencia,
la facturación de la cadena y los beneficios de la empresa que no se ande con
tantos remilgos. De hecho, no habría por qué limitar su emisión a los
informativos. Los programas de vídeos con imágenes impactantes y sorprendentes
tienen su público, y ya no se conforma con resbalones y niños que se caen del
columpio. Así las cosas, no sé qué pensarán ustedes, pero me parece claro que
la gran pregunta que suscita la emisión de las imágenes del asesinato es esta:
¿cómo puede ser que Telecinco haya dejado pasar de largo una oportunidad así?
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