No me creo “¿Te lo crees?”. No me creo que podamos ser tan zopencos, que se nos
pueda engañar de forma tan sencilla, que parezca que aquí nadie fue a la
escuela. Por eso estoy convencido de que en “¿Te lo crees?” hay gato encerrado:
tiene que haber un truco que explica este extraño caso de credulidad colectiva
que muestra el programa.
Desde primeros de mes, el canal National
Geographic emite los domingos por la tarde la serie documental “¿Te lo crees?”.
En ella, dos magos (vale, dos magos que son muy buenos, que son deslumbrantes,
que son fantásticos; pero al fin y al cabo dos magos como los que todos hemos
visto mil veces) hacen sus trucos (vale otra vez, unos trucos muy buenos,
deslumbrantes, fantásticos; pero al fin y al cabo trucos como los que todos
hemos visto mil veces) ante personas estupefactas (no es por ponerme pesado,
pero ¿han visto ustedes, qué sé yo, el número del cochecito del gran Juan
Tamariz? Pues si acaso con una puesta en escena de más relumbrón, pero eso). Lo
desconcertante del programa es que los ciudadanos normales y corrientes,
personas como usted y yo que, desprevenidos, presencian los trucos no se ponen a
aplaudir por lo bien que están hechos, no empiezan a buscar dónde está la cámara
oculta, no se preguntan por qué han tenido el privilegio de asistir en plena
calle a unos números tan estupendos de magia sin pagar un duro. No. En lugar de
mostrar esta reacción lógica y normal, empiezan a hacer aspavientos y a gritar
asustados porque aseguran creer que están presenciando un fenómeno paranormal,
que un vampiro se esconde entre ellos, que han vivido una abducción
extraterrestre, que tienen poderes psíquicos.
Así que no me lo creo.
Todos hemos visto cientos de trucos de magia y ningún vampiro, fenómeno
paranormal o abducción extraterrestre, así que nadie en su sano juicio
reaccionaría como reaccionan los espectadores gilipollas que salen en el
programa. Así que no, National Geographic, que no cuela: que “¿Te lo crees?” no
me lo creo.
Estoy de acuerdo con tu análisis. He visto hace unas horas el capítulo del vampiro de Savannah y hay ciertos comportamientos que parecen fingidos. Si yo le pido a un grupo de chicas que se beban un brebaje y que una de ellas se estire en el suelo, o me pegan un guantazo o llaman a la policía. Hay gato encerrado y me sabe mal como espectador de NGC que vendan duros por cuatro pesetas. Un saludo.
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