A Jorge Javier Vázquez debían concederle el primer Premio Concha García Campoy. Es un premio en el que está trabajando la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión para reconocer el trabajo periodístico –en televisión, radio o prensa– destacado por su respeto al rigor, al compromiso y a la ética. No hace falta que se convoque jurado ni nada. Que se merece tal premio es una idea evidente tan clara y distinta que se impone a la razón sin asomo de duda. Cualquiera que piense en televisión y oiga las palabras “rigor”, “compromiso” y “ética” sentirá lo mismo que usted y yo: que se le aparece la imagen de Jorgeja llevando adelante su trabajo con ese rigor, ese compromiso y esa ética que siempre le caracterizaron y por los que todos le reconocemos cuando, por el azar del zapping o la industria de algún dios malvado, nos damos en la pantalla de bruces con él.
El galardón calmaría el cabreo que tiene Mermelada con la
Academia de TV porque su “Sálvame” nunca recibió ningún premio de esta
institución. Un enfado tan grande que el otro día dijo en directo que la
Academia de TV debería morir, y su plana mayor debería dimitir en bloque por
ser un cementerio de elefantes que no hacen televisión. Es cierto que darle el
premio a este ser también tiene el problema de que el nombre de Concha García Campoy quedaría asociado
a él; pero, bueno, ambos fueron compañeros en la misma empresa (Mediaset), ella
quedaría encantada con el cariño de su compañero porque formó parte de ese “cementerio de elefantes”, y, cuando en
la ceremonia de entrega dijeran “El
primer Premio Concha García Campoy al trabajo periodístico destacado por su
respeto al rigor, al compromiso y a la ética, es para… ¡Jorge Javier Vázquez!”,
todos veríamos si a este señor aún le queda un poco de dignidad profesional, o,
por el contrario, tiene el cuajo de salir a escena a recogerlo en su nombre y
el de toda su banda.
1 comentario:
Bueno, éste es el personaje del que el ínclito Mariñas dijo, en aquel seminal "Tómbola", que había ido a su casa ofreciéndole favores sexuales a cambio de introducirle en el mundo televisivo. ¡Y aquí lo tenemos! El documento existe en algún lugar del limbo catódico.
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