1. “Masterchef” es pura televisión. Toma un fenómeno y lo convierte en imágenes. En el pasado, la televisión lo hizo con las relaciones humanas -“ese amor del que me hablas lo inventamos hombres como yo para venderos medias”, le dice Don Draper a una posible cliente en el primer capítulo de “Mad men”-. Después lo hizo con la política -“Podemos” jamás hubiera sido el nombre de una fuerza política en el siglo XIX; hace falta un siglo de publicidad de McDonalds y Coca-Cola para que un grupo político pueda triunfar llamándose con una palabra meramente emocional carente de todo contenido ideológico-. “Masterchef” lo hace con la comida: algo cuya naturaleza es gustativa se convierte en visual. La raya asada con mantequilla de tomate y arroz negro de algas que cocinó Vicky terminó siendo, sobre todo, lo que veíamos en la pantalla.
2. Se puede ser maestro en la construcción de puentes. Es obvio. O maestro en el cultivo de cerezas. O maestro en la conducción de barcos. ¿Se puede ser maestro en la sensibilidad gustativa? La opinión de Borromini sobre dónde colocar las columnas en la escalera elíptica del Palazzo Barberini vale más que la mía. Es obvio. ¿Vale más que la mía la opinión de Jordi Cruz acerca del disfrute de la comida cocinada? Las técnicas lo son, pero ¿son las virtudes enseñables? Platón se lo pregunta en su diálogo “Protágoras”.
3. Comer con los ojos tiene grandes ventajas: puedes comer todas las chuletas de cordero asadas con trufas de riñón y queso con tierras de avellana que quieras sin que te suba el colesterol, puedes comer todos los plátanos caramelizados con mousse de gofio canario que quieras sin ingerir una sola caloría, puedes comer todas las lubinas salvajes con berenjena asada y caldo de setas que quieras sin sentirte jamás saciado. Comer con los ojos sólo tiene un inconveniente: no es comer.
Un apunte: en el programa "Veo veo" de Ilustres Ignorantes, el gran Pepe Colubi ya advierte que la expresión "comer con los ojos" venga de la técnica sexual del cunnilingus taiwanés, que consiste en excitar el clítoris parpadeando. Literalmente, te lo comes con los ojos. Gran columna, tríada antoniorriquense.
ResponderEliminar