4/6/14

PASEANDO POR EL BÓSFORO


El mayor obstáculo para el entendimiento entre la iglesia bizantina y la iglesia romana (la palabra “filioque” del credo de la iglesia romana) sólo interesa hoy a los teólogos, a los historiadores y a los ateos. Y el mayor obstáculo (fuera de los intereses económicos, por supuesto) para el entendimiento entre las cadenas televisivas no tiene nada que ver con la programación o con el desprecio que sienten por sus fieles, sino con algo tan técnico como el “filioque” de la iglesia romana. Bastaría un sencillo puente para salvar el extravagante abismo teológico del “filioque”, y bastaría un puente sencillo para salvar el artificial abismo teológico que separa TVE-1 de Cuatro o Antena 3 de Telecinco. Ya hemos visto unificaciones televisivas que parecían tan imposibles como la unificación de los cristianos de oriente y de occidente. Sólo una cadena resiste, ahora y esperemos que siempre, la invasión bizantina y romana. Es La 2.

Los susurros que piden la muerte de La 2, esa cadena que dicen que nadie ve, que pasa de discusiones teológicas y que programa películas rarísimas, se están convirtiendo en gritos. No creo que los enemigos de La 2, ya saben, esa cadena que resiste al invasor sin poción mágica, sean tan tontos como para matar un símbolo. Pero puede que a La 2 le suceda lo mismo que a los viejos muelles del Bósforo, que fueron cerrando uno a uno, se abandonaron y terminaron convirtiéndose en restaurantes de lujo. ¿Y qué? El escritor turco Orhan Pamuk dice en su bellísimo libro “Estambul” que la vida no puede ser tan mala cuando, al menos, uno puede ir a darse un paseo por el Bósforo. No sé si los muelles de La 2 terminarán cerrando y convirtiéndose en restaurantes para dar de comer a eso que llaman “el gran público”. Puede que sí. Puede que los documentales de animales y cosas maravillosas dejen paso a documentales sobre extraterrestres y chorradas. Puede que La 2 termine programando películas sin riesgos mil veces vistas. Pero pasear por La 2 siempre será como pasear por el Bósforo o por lo que una vez fue el Bósforo. Ni los restaurantes de lujo, ni los extraterrestres, ni las chorradas podrán cambiar eso. Jamás.

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