TVE y los telespectadores estamos a partir un piñón. Esta sintonía ha permitido que ambos, en comandita (cómo mola: “en comandita”) mandáramos a la porra “El pueblo más divertido” antes de que el daño fuera irreparable.
Ya vimos hace menos de un mes cómo TVE dio el primer paso
estrenando este birrioso programa con una salida en falso en la que aún no
concursaba ningún pueblo. Así, tras ver aquella penosa versión del ya de por sí
penoso “Grand Prix”, ningún espectador en su sano juicio querría volver a ver
“El pueblo más divertido” y pasaría desapercibida la lamentable imagen que el
programa ofrece de las localidades participantes y sus habitantes.
Luego fuimos los telespectadores los que hicimos nuestra
parte y el programa tuvo una audiencia más que discreta. O sea, que la
audiencia se comportó con discreción, reserva, prudencia y circunspección.
Resultado: apenas lo veían cuatro despistados poco discretos. Luego vinieron
los problemas. El presidente de RTVE, Leopoldo
González Echenique, tuvo que pasar un mal rato explicando en el Congreso
qué pasaba con este carísimo espacio. Mariló
Montero (que cuando le bajaron el sueldo en “Las mañanas” se puso en plan
guay y dijo públicamente que lo comprendía, pero que con “El pueblo más
divertido” le pagaban 13.000 euros por programa y no se le ocurrió ponerse guay
diciendo públicamente que lo comprendía), señaló que lo mal que iba el programa
“es una tragedia, estamos todos llorando”.
Anteayer se supo que el programa sería retirado del horario
de máxima audiencia y desterrado al más allá de las madrugadas. Para Mariló
será otro disgusto, pero a lo mejor se le pasa un poquitín cuando vea que le siguen
pagando 13.000 por cada gala. Seguro que, como la audiencia, ella también opta
por comportarse con discreción, reserva, prudencia y circunspección. Tomará el
dinero y callará.
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