No comprendo a quienes no votan en las elecciones.
Comprendería que alguien quisiera votar varias veces (e incluso coreara “Ote,
ote, ote, tontorolo el que no vote”, en un arrebato democrático de hondo
lirismo), pero ¿no votar? ¡No me fastidien!
A ver. Votar echaría para atrás si fuera una actividad
compleja: intelectualmente agotadora porque exigiera tanto un conocimiento
profundo de todas las propuestas como una comparación y análisis sesudos de
cada una de ellas y sus candidatos; volitivamente comprometida porque requiriera
la toma de una decisión ponderada, equilibrada y justa; emocionalmente dolorosa
porque semejante decisión debería atender a los intereses de la sociedad en su
conjunto, pero no necesariamente a los propios intereses; y, en fin, éticamente
problemática porque habría que promediar entre una ética de las intenciones y
una ética de las consecuencias. Pero, coño, otra cosa es votar tal y como están
las cosas. Eso está chupao: ves los anuncios de la tele, comparas eslóganes,
fotos, colorines, logotipos, música; miras cuál te va más en ese momento porque
te apetece, porque es tendencia o porque tú lo vales; eliges el producto que
quieres comprar en este mercado pletórico de coches, refrescos y poses
políticas; vas; votas y a la salida te haces una selfie molona.
En realidad, lo difícil de votar es tener que limitarse a
elegir un solo producto. Si somos consumidores que alcanzamos la libertad
comprando, que para eso están los anuncios, ¿por qué solo podemos comprar un
producto político? Los partidos no usan los espacios electorales gratuitos para
hablar de propuestas, programas o ideología; prefieren repetir mil veces los
mismos spots publicitarios en los que solo intentan caer simpáticos remachando
eslóganes comerciales guays con imágenes resultonas. El consumidor feliz es el
que no renuncia a nada. Caramelo con chicle, yogur con fruta, playa con
montaña. Lo queremos todo. Que nos dejen votar a los que hayan hecho anuncios
más chulos. Y a cuantos más, mejor.
2 comentarios:
"El consumidor feliz es el que no renuncia a nada. Caramelo con chicle, yogur con fruta, playa con montaña".
Cuidado que no lo lea Felipe González o encontrará la base ideológica para su propuesta coalición de iure entre PP y PSOE
Hoy he leido de un Señor que no comulgo una verdad como un templo para no votar Si uno va a un lugar que huele a mierda lo que hace es irse y no volver ergo si la politica /os huelen para que ir
Publicar un comentario