Los últimos capítulos de “Big Bang” nos han regalado situaciones descacharrantes
como la de Sheldon pasando la noche abrazado a un libro de geología (“La
geología no es una ciencia real”, grita Sheldon antes de caer acribillado por
balas de pintura en una partida de Paintball) tras una brutal crisis existencial
que lleva a nuestro físico teórico favorito a plantearse si ha merecido la pena
dedicar toda su vida a la Teoría de Cuerdas o, todavía más divertidamente
hiperrealista, como ver a Sheldon en la consulta de una adivina en compañía de
la crédula Penny. Pero las risas a costa de la geología y la adivinación tienen
un lado oscuro que puede acercar a “Big Bang” hacia su final. Sheldon, el alma
de la serie, nos hace gracia porque se autodestruye.
El personaje Sheldon Cooper avanza alimentándose de sí mismo, como el tren de “Los hermanos Marx en
el Oeste” se alimentaba de su propia destrucción. “¡Más madera!”, gritaba
Groucho (en la versión española). “¡Más madera!”, parece gritar Sheldon cada vez
que una vuelta de tuerca de guion nos hace reír, a costa de ir comiéndose poco a
poco al Sheldon que conocimos. El filósofo José Luis Pardo dice en su colección
de ensayos “Nunca fue tan hermosa la basura” que la historia de Buzz Ligthyear,
el maravilloso personaje de la no menos maravillosa “Toy Story”, es la de un
muñeco que se convierte en muñeco, es decir, que adquiere conciencia de serlo,
que se desengaña de su ilusión de creerse humano. La historia de Sheldon Cooper,
sin embargo, es la historia de un físico teórico que se convierte en humano, que
adquiere conciencia de serlo gracias a la paciencia de Amy Farrah Fowler y la
espléndida humanidad de Penny. Desengañado de su ilusión de creerse un “homo
novus”, un paso adelante en la evolución, Sheldon se acuesta con la geología y
acepta entrar en la consulta de una adivina que ni siquiera es capaz de adivinar
la pregunta que le va a formular. Y todos nos reímos. Pero cada capítulo de “Big
Bang” va más rápido y es más divertido porque se alimenta de la madera que
proporciona Sheldon. Cuando se termine la madera, el tren se parará. Cuando “Big
Bang” queme a Sheldon, la tibia relación entre Penny y Leonard no podrá servir
de carburante a una serie que necesita más madera que la que arde.
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