Imagínense un talent show musical sin música. Quiero decir, imagínense “La voz” o “El número 1” tal como los conocemos, salvo por el detalle de que, justo cuando los concursantes se pusieran a cantar, el sonido enmudeciera y los espectadores no pudiéramos oír nada de lo que el jurado sí estuviera oyendo. Escucharíamos sin problemas las entrevistas previas a los participantes y sus familiares, veríamos imágenes mudas de las interpretaciones de las canciones en donde los aspirantes a cantantes se retorcerían de pasión, moverían los brazos, expresarían con sus rostros las emociones de las canciones que no estamos oyendo, y finalmente se reestablecería el sonido para oír al jurado alabar o censurar la actuación que acababa de escuchar. Absurdo, ¿verdad? ¿A que ninguno de ustedes vería un concurso de aspirantes a cantantes en donde no se pudiera escuchar cómo cantan los concursantes? Entonces, ¿por qué ven “Masterchef”?
Porque “Masterchef” es exactamente este absurdo talent show que acabo de describir, cambiando únicamente las canciones por los platos, la voz por la habilidad como cocineros. Mientras no se invente una televisión dotada de algún dispositivo que permita percibir sabores a los espectadores, “Masterchef” seguirá siendo un programa concurso en donde vemos a unos aspirantes llevar a cabo un laborioso trabajo, a un jurado que tiene acceso a él, lo percibe correctamente y lo juzga, sin que nosotros hayamos podido apreciar nada de lo que ahí se elaboró. Jordi Cruz cata el sandwich de salmón que hace Rodrigo y asegura que está muy bueno; algo así como si en “La voz” hubiéramos visto -no oído, sólo visto- a Dina cantar “Stairway to heaven” y después saliera Bisbal todo emocionado diciendo lo bien que lo había hecho.
Si nadie vería un talent show musical sin sonido, ¿por qué es líder de audiencia un talent show gastronómico sin sabores? ¿O es que, a lo mejor, en contra de lo que parece, “Masterchef” no es un talent show gastronómico?
1 comentario:
La última pregunta es la clave. Una pregunta inteligente que nos muestra la mentira y la manipulación televisiva actual, donde se pretende inculcar valores tan nefastos como la competencia cruel, el egoísmo absoluto, la prepotencia y la arrogancia sin limites....valores muy sistémicos. Lo de gastronómico es una anécdota de mal gusto, nunca mejor dicho.
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