Si hablamos de televisión, somos esclavos del pasado, libertos del presente e
ingenuos (así se designaba en la antigua Roma a los hombres nacidos libres) del
futuro. Sólo así puede entenderse nuestra tendencia como espectadores a
comprender los estragos que causa el paso del tiempo en nuestras series
favoritas, la mezcla entre necesidad y libertad con la que contemplamos un
estreno, y la libre alegría que nos permite esperar lo mejor con respecto al
futuro de la ficción televisiva. Todos los que amamos “Friends” en el pasado
vemos la reposición de la serie en Comedy Central y nos esforzamos en perdonar
los chistes que ya no funcionan o ese estilismo que a veces se desliza en la
pantalla como un tenedor en un plato de porcelana. Todos los que amamos “Big
bang” somos libertos que contemplamos el necesario agotamiento de Sheldon y la
libre evolución del personaje. Y todos los que amamos la ficción televisiva
esperamos las novedades (la segunda temporada de “Banshee”, por ejemplo) con
absoluta y alegre libertad, es decir, sin miedo y dispuestos a aceptar los retos
que nos plantean los guionistas. Pero hoy querría hablar de la diferencia entre
la reposición de una de nuestras series favoritas y la nueva versión de una de
nuestras películas favoritas: “Friends” y “Psicosis”.
¿Por qué somos así?
¿Por qué estamos dispuestos a perdonárselo todo a Chandler y compañía, pero no
pasamos ni una a la nueva versión de “Psicosis” (Cosmopolitan) que perpetró Gus
Van Sant? ¿Por qué vemos con tanto cariño y comprensión la reposición del
capítulo de “Friends” en el que Ross y Rachel consiguen que su hija recién
nacida se ría cantándole una canción sobre culos gordos, pero odiamos y no
comprendemos por qué y para qué demonios Gus Van Sant se empeñó en rodar una
adaptación casi plano a plano de “Psicosis”? ¿Por qué una nueva versión capítulo
a capítulo de “Friends” nos parecería una abominación, mientras que una
reposición de “Psicosis” siempre cuenta con nuestra simpatía y nuestra
incondicional suspensión de la incredulidad? ¿Por qué las reposiciones nos tocan
el corazón, pero las nuevas versiones nos tocan las narices?
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