Muere una figura fundamental de la historia de España. Nace un nuevo género periodístico: el preobituario. Formalmente, el preobituario posee todas las características habituales del obituario clásico: glosas resumidas de los méritos que le convirtieron en la personalidad que llegó a ser, imágenes variadas en el tiempo de su trayectoria vital, testimonios de personas que compartieron con ella las tareas que le encumbraron. Es fundamental usar siempre el verbo “ser” en formas pasadas -“era”, “ha sido”, “fue”-, y loar todo cuanto se pueda la figura del difunto. ¿Del difunto? Bueno, justamente ahí se encuentra la clave de la innovación que suponen los preobituarios: aún no hay difunto, sino un predifunto, un difuntable, un difunto avant la morte.
La comprensible aunque extraña comparecencia de Adolfo Suárez Illana para informar del agravamiento del estado de salud de su padre provocó un fenómeno nunca visto en nuestros medios de comunicación. En absolutamente nada se diferenció la respuesta que dio la televisión a tal noticia de la que hubiera dado en caso de que ya se hubiera comunicado su triste fallecimiento. Revisiones del papel que desempeñó Adolfo Suárez durante la transición ¡en “Sálvame”! ¡Catorce minutos en el Telediario de La 1!, no para informar de su agonía, sino para recordar la legalización del Partido Comunista, el 23-F, sus dramas familiares y personales vividos por los infortunios en la salud. Antena 3 aplaza el estreno de “Me resbala” para reemitir la tv movie “Adolfo Suárez, presidente” ¡como homenaje!.
Temerosos de reaccionar ante la muerte de Suárez un minuto después que la competencia, todas las cadenas reaccionaron un minuto antes de que la propia noticia ocurriera. Disparadas de forma absurda todas las salvas antes del óbito, no se adivina bien qué cobertura periodística cabe hacer una vez ocurrido el fallecimiento. Lo único seguro es que tras el preobituario y el obituario sobrevendrá el postobituario inevitable del silencio.
2 comentarios:
Da la sensación de que están deseando que se muera, ya que así tendrían muchas horas de programación para rellenar sin tener que trabajar casi nada, sólo tirando de archivo.
Suárez deja un legado semántico que ya ha sido recibido con alborozo por la clase política y periodística, las más borregas a la hora de destrozar el idioma: "horizonte temporal". Yo seguiré usando PLAZO.
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