Ni los momentos más estremecedores de “Twin Peaks”, mientras los habitantes de aquel pueblo de Washington caminan a tientas en medio de las brumas más oscuras del alma. Ni los crímenes más aterradores que jamás hayan imaginado los guionistas de todos los “C.S.I.”, de “Bones”, de “Mentes criminales”; ésos que hacen que se remuevan afilados los fantasmas del doctor Spencer Reid, los responsables de los insomnios de Brennan y Booth, los que disparan ese temblor imperceptible en el pecho que Grissom jamás reconocerá que padece. Ni esa lluvia permanente de “The killing”, que primero cala la ropa, después la conciencia, después el maletero de un coche, y por último la perplejidad y la venganza. Ni el mutismo asfixiante de la detective Sonya Cross en “The bridge”, que le redime del terror a acabar descuartizada a ambos lados de la frontera. Ni ninguno de los planos de “True detective”, con esa Louisiana pantanosa de un color que nunca ha estado en el arcoíris, y dentro de los pantanos comisarías de policía, y dentro de las comisarías de policía árboles secos, templos derrumbados, prostitutas de amoniaco, libélulas del tamaño de lunas poniendo sus larvas en las grietas de neumáticos reventados.
Nada, nada hemos visto en las series policiacas de las últimas décadas más sórdido, siniestro, desasosegante, necio, cutre, casposo, inquietante, turbio, macabro, rancio, integrista, absurdo, ridículo, insensato, tenebroso, retorcido, oscuro, aberrante, sucio y sórdido (un momento, creo que “sórdido” ya lo había dicho antes) que una trama en la que el más alto cargo de la policía de un país condecora con la Medalla de Oro del Mérito Policial con carácter honorífico a Nuestra Señora María Santísima del Amor. Y ha ocurrido en “España”, protagonizada por nuestro ministro del Interior. ¿”Twin Peaks”, “C.S.I.”, “Bones”, “Mentes criminales”, “The killing”, “The bridge”? Principiantes... ¿“True Detective”? Vaya birria. Supera en horror a Jorge Fernández Díaz si tienes güevos, HBO.
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