Encender la tele y criticar la monarquía es fácil incluso con los ojos cerrados. Basta con poner un informativo: hay que ver lo que hay que oír. Rebosa si pones el cada vez más vergonzoso “Audiencia abierta” (mañana de los sábados en La 1), un espacio a medio camino entre el descarado publirreportaje institucional y la grosera propaganda oficial. Pero deberíamos ser más honrados, ampliar el foco y reconocer los méritos de
El príncipe mostró su apoyo a las víctimas de los
desahucios, de las cuchillas de las vallas de Melilla, de las pelotas de goma
en el mar de Ceuta, de la criminalización de la inmigración y la pobreza, de la
venta de preferentes a ahorradores engañados, del paro, de la reforma laboral,
del cierre y deslocalización de empresas que no se conforman con ganar mucho
dinero y marchan para ganar muchísimo dinero, de la subida constante y abusiva
del precio de la electricidad, de una flexibilidad laboral en la que siempre
toca al empleado ser el flexible, de una moderación salarial en la que solo se
modera el salario del trabajador. ¡Y es solo el principio!
Sorprende más que esta declaración pasara desapercibida
sabiendo que el príncipe la hizo para
Intereconomía:
- “Ahora que es
ambiguo el apoyo de las instituciones con las víctimas, querría un ‘siempre con
las víctimas’ ”.
- “El problema es que,
como no hacemos ningún aparte con los medios, hay que equilibrar…”.
- “Ah; es que, como
era fácil el ‘siempre con las víctimas’… ¡siempre con las víctimas!”
- “Sí, eso es por
descontado. Siempre lo estamos”.
Olé por Felipe. Y no me digáis ahora que hablaban solo de
víctimas del terrorismo. Habría que ser muy retorcido para suponer que, en
español, “víctimas” y “víctimas del terrorismo” son sinónimos.
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