Sí hay un terreno común para todos los seres humanos. Sí existe un proyecto intelectual prodigioso, formidable, el mayor que nunca jamás haya existido, y todos estamos llamados por igual a él. Se llama “ciencia” y nació del contacto de personas muy diversas fascinadas por la naturaleza en las orillas del mar Mediterráneo. El cosmos que lleva miles de años construyendo el conocimiento humano no tiene posible comparación con ningún otro logro de la humanidad; es la mayor aventura imaginable de la inteligencia; el proyecto más genuinamente colectivo que quepa imaginar para nuestra especie. Cada mínimo avance se ha levantado sobre miles de pequeños avances previos a lo largo de siglos, y sobre él se levantarán miles de pequeños avances posteriores durante mucho tiempo. Seguramente no bastará la ciencia para que algún día todos los seres humanos podamos vivir unidos, pero, sin la menor duda, no habrá solución para los grandes males de nuestro mundo en la que la ciencia no desempeñe un papel insustituible. Las matemáticas son el logro más noble, bello y bondadoso del espíritu humano; y ante tal apogeo del raciocinio todos somos iguales. Todos quedamos unidos a lo largo del planeta.
Por eso era obligatorio que “Cosmos” se estrenase como va a hacerlo. El 10 de marzo a las 11 de la noche. Simultáneamente en todo el mundo. En 180 países y traducido a 48 idiomas diferentes -sólo una lengua común a todo ser humano igualaría en bondad a las matemáticas-. A través de todos los canales de FOX y de National Geographic. Si la ciencia es un proyecto planetario que atañe a toda la humanidad, la nueva edición de la mejor serie documental sobre ciencia que jamás existió debe igualmente estrenarse a la vez en un número suficiente de millones de hogares del mundo, para que cuando veamos a Neil deGrasse Tyson explicarnos el funcionamiento de la materia y la naturaleza tengamos todos la sensación de estar presenciando un fenómeno planetario. A Carl Sagan le hubiera encantado.
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