El lunes todos hablamos de lo que echaron por la tele el domingo. Como se hacía en los años 70. Como cuando había una sola tele y se le llamaba, con precisión metafísica, “El Ente”. Como cuando “Estudio estadio” hacía pasar por el ojo de una aguja al país porque la jornada de Liga había ocurrido ese mismo día y solo ellos tenían las imágenes de los goles y las jugadas polémicas.
El lunes hablamos de lo que echaron por la tele el domingo
porque Jordi Évole nos atizó con un
especial sobre el 23-F que obligó a quien quisiera participar en las
conversaciones del día a decir que había visto su programa, a revelar si se lo
creyó, a opinar qué le había parecido el programa, y a analizar sus
implicaciones periodísticas, éticas y televisivas. El lunes incluso la tele
tuvo que tratar sobre lo que había ocurrido el domingo en la tele.
Hace unos días antes, nos enteramos de que un señor llevaba
años engañándonos como senador en el Senado, y como contertulio impartiendo
lecciones de moralidad e integridad política en diferentes tertulias
televisivas. Pues no pasó nada comparado con la que se lió cuando Évole nos guiñó
un ojo y reveló que nos había engañado durante 40 minutos. ¿Es peor el mago que
nos avisa del engaño o el timador que asegura “tener poderes”?
Quien se sienta decepcionado porque tenía a Évole en un
altar, que lo baje: estar en un altar es peligroso para el que sube arriba y
para quien queda abajo. Quien valore que Évole nos recordó que todo puede ser
mentira, que recuerde que esa labor la realizan cada día gran cantidad de
famosos, periodistas incluidos, que sin ponerse colorados dicen a cambio de
dinero lo que les manden; por ejemplo, que un yogur “mejora tus defensas”. Por nuestra parte, reconozcámosle a Évole un
mérito inmenso: el lunes todos hablamos de lo que echaron por la tele el
domingo… ¡y no tenía nada que ver con Belén
Esteban ni era nada ocurrido en un plató de Telecinco!
2 comentarios:
Pese a que estaba muy bien montado creo que era increible. En todo caso gran labor de TV
Efectivamente fué una gran labor de televisión y una apertura de ojos o asentamiento de pies al suelo para todo el que se cree lo que nos dicen por la tele.
Personalmente me ha quedado un regusto amargo al pensar que ni tan siquiera sabré si es verdad lo que me cuenten los periodistas de verdad, los que se supone que no nos deberían engañar.
Flaco favor creo que se ha hecho a si mismo y a su futura credibilidad.
Publicar un comentario