Hay que avisar a Íker Jiménez como sea. Hay que decirle que el último “Salvados” fue una broma, que Jordi Évole estaba de cachondeo, que el especial sobre el golpe de Estado del 23-F fue una coña repleta de guiños cómplices con el espectador para darle una vuelta más a un asunto que no debemos olvidar, pero sobre el que no parece que haya mucho más que decir mientras no se desclasifique la información clasificada. Évole jugaba, no quería buscarse la ruina sembrando sospechas sobre la participación del rey en el golpe (si hubiera sido así, habría llamado como guionistas al grupo “Ardor de estómago”, juzgado hace un par de años por injurias al rey (“¿Quién era el Elefante Blanco?, ¿quién se llevaba bien con Franco? ¿Quién hizo levantarse a Tejero y Armada, dejándolos en la estacada? ¿Quién salió luego por televisión como líder de
Alguien debería explicarle a Fríker que el “Salvados” del
domingo fue un falso documental. Habría que exponérselo despacio, con frases
cortas y sin aspavientos, no vaya a ser que el líder de la secta del misterio
pensara que una conspiración mundial de vampiros templarios extraterrestres
quiere engañarle. Con paciencia se le podría hacer entender que el falso
documental es un género televisivo ya consolidado, algo tan conocido como lo
puede ser el falso rigor periodístico y la falsa investigación científica de
fenómenos paranormales que él practica.
Hace unos años, el artista Joan Fontcuberta se inventó la historia de un cosmonauta ruso, Ivan Istochnikov, que no era más que él
mismo disfrazado. Como Fontcuberta no avisó personalmente a Fríker de la broma,
el pobre se lo creyó y lo contó en “Cuarto milenio” como su último gran
descubrimiento. Tampoco Évole le avisó ahora. Y si nadie le da el recado, ay,
corremos el riesgo de un “Cuarto milenio” de estos emita en exclusiva el vídeo
secreto que demuestra que el rey organizó el 23-F.
No hay comentarios:
Publicar un comentario