La inspectora Laura Lebrel de “Los misterios de Laura” (TVE) es una mezcla entre
Jessica Fletcher, la escritora metomentodo de “Se ha escrito un crimen”, y
Colombo, el inolvidable detective de homicidios de la policía de Los Ángeles al
que todos los malos toman por tonto. Los casos de la inspectora Lebrel tienen el
encanto de la sencillez, pero me gustaría ver a Laura intentando poner en apuros
a los duros mafiosos de “Mob City” (TNT).
La serie “Mob city” no copia, sino
que rinde homenaje al cine negro y a la novela negra. Detectives impasibles.
Mujeres misteriosas. Callejones oscuros. Malos sin matices. Negros que tocan la
trompeta. Blancos que son achicharrados a tiros en un restaurante italiano.
Whisky. Diálogos secos como la garganta de un náufrago. Corrupción. Chantajes.
Policías incorruptibles. Mafiosos impecablemente vestidos. Mucha amargura. Mucha
noche. Mucho humo. En “Mob city” no sale Gloria Grahame reprochando a Glenn Ford
que sea tan romántico como un par de grilletes, pero sí tenemos a la fascinante
Jasmine interpretada por Alexa Davalos. Y, a falta de un Lee Marvin, tenemos a
Robert Knepper, el actor que interpretó al psicópata y pedófilo T-Bag en “Prison
Brek”. ¿Qué pintaría Laura Lebrel en una serie como “Mob City”? ¿Qué tienen que
ver los misterios de Laura con las calles de Los Ángeles en los años 40 del
pasado siglo? Más de lo que parece. Peter Griffin dice en un capítulo de “Padre
de familia” que el Big Bang fue producido por un pedo de Dios mientras echaba un
pulso con su compañero de piso, una idea que jamás se le habría ocurrido a
Stephen Hawking. “Mob City” necesita heroínas con nuevas ideas, del mismo modo
que el conocimiento del universo necesita nuevos héroes de la física que se
atrevan a teorizar acerca de pedos divinos.
Puede que Peter Griffin nunca
gane el Premio Nobel de Física, pero estoy seguro de que Laura Lebrel sabría
luchar contra el crimen organizado, ese Big Bang producido por un pedo del
capitalismo mientras echaba un pulso consigo mismo y que, como los agujeros
negros según Hawking, emite suficiente radiación como para mantener ocupada a la
policía de Los Ángeles y a los guionistas televisivos.
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