Desde que empezó el nuevo programa de Buenafuente, lo mejor han sido unos puntos suspensivos. “En el aire” (noches de laSexta) está bien, claro, pero es que aquellos puntos suspensivos fueron tan sublimes que superaron incluso el poderío de Andro Rey y Ana Castor juntos.
Ocurrió en un momento muy delicado. La habitual entrevista
promocional de una nueva película corría el peligro de generar tanto buen rollo
que podía convertirse en una mezcla explosiva entre el conchabeo sobón de “Cine de barrio” y la familiaridad babosa de
“¡Qué tiempo tan feliz!”. No pasa nada si un día tres actores visitan un plató
para vender descaradamente su última peli, el negocio es así. Pero es que el
otro día estaba entre ellos Silvia Abril,
antigua colaboradora y actual pareja de Buenafuente. Y Berto remató diciendo que él también actuaba en el film. Ay, qué
difícil travesía. A un lado podían caer por la pendiente de la adulación torpe
y la autocomplacencia. Al otro podían precipitarse al abismo del cotilleo rosa
más decepcionante y ramplón. Por momentos bordearon ambas orillas. Incluso alguno
dirá que la vertiente aduladora estaba más resbaladiza. Pero fueron maestros
evitando caer en el cotilleo y el horror gracias a los puntos suspensivos.
Buenafuente señala que Abril no sale en el tráiler de la
película. Ella: “Sabes qué pasa, que
estaba un poquito hinchada en la época de rodaje, llevaba a tu hija dentro de
mí”. Él acusa el golpe: “¡Dios,
Dios!”. Ella: “Qué puñalada”. El:
“Puñalada, no”. Ella: “No, no: llevábamos a…”. Él: “Ya, ya…”. ¿Ven qué fácil? Debían aludir
a su hija porque no hacerlo le daría demasiado protagonismo y anularía la
entrevista. Pero necesitaban un pretil que los protegiera de caer al
abismo. Los puntos suspensivos fueron su
-nuestra- salvación. Fue solo una pausa fugaz, un instante en silencio, un
ademán de acercarse a una puerta sin llegar a abrirla. Una tontería, sí, pero
con varios millones de puntos suspensivos puestos aquí y allá, la tele no solo
sería distinta: sería mejor.
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