Algo se meten los espectadores de Telecinco. Algo se ponen para soportar una programación así. Algo se meten justo antes de ver “El programa de Ana Rosa”, “Sálvame” o “Hay una cosa que te quiero decir”. Se pasan tumbados en un sillón todo el día sin ganas de hacer nada y las únicas ganas que tienen es de ponerse más. En ese mundo hay mucha droga y se la ofrecen por todos lados. En ese entorno no son pocos los que se ponen hasta las trancas. Para confirmar esta estrecha relación entre el mundo mezquino del consumo de telebasura y otros consumos igual de sórdidos solo hace falta que los espectadores de Telecinco encarguen que alguien les escriba un libro titulado “Adicciones y reflexiones” (o algo así) en donde cuenten toda esa mierda.
De momento solo tenemos confirmado el caso de Belén Esteban, ese ser que cambia y
cambia y cambia pero que en cuanto abre la boca confirma que sigue siendo lo
que era. Anda de peregrinaje por Telecinco contando que se metía justo antes de
salir a “¡Más que baile!”, que se pasaba tumbada en un sillón todo el día sin
ganas de hacer nada, que las únicas ganas que tenía era de ponerse más, que en
ese mundo hay mucha droga y se la ofrecían por todos lados, que en ese entorno no
son pocos los que se ponen hasta las trancas. Está de promoción porque encargó un
libro titulado “Ambiciones y adicciones”, o algo así, lo firmó, y ahora quiere
venderlo. Ella lo hace por dinero, claro, pero indirectamente está prestando un
gran servicio a la sensatez (la tele no es el mal, no hay que ser elitistas:
existe la televisión basura igual que existe la literatura basura).
Dice la exyonqui que no se pone desde que una mañana se fue
a rezar a san Judas y le imploró que
la ayudara y le diese fuerzas. Que tomen nota los colgaos de Telecinco y prueben. A ver si san Judas se enrolla y los
libra de esa mala vida que llevan tan triste.
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