Como dice Paul Virilio, no hay técnica sin accidentes. Cada vez que se inventa
una nueva técnica de transporte, de transmisión, de información o de lo que sea,
nace inmediatamente la posibilidad de un accidente asociado. Inventar el barco
significa inventar el naufragio, la electricidad puede electrocutar, el
ferrocarril puede descarrilar y los nuevos piensos pueden enloquecer a las
vacas. Cada vez que se inventa una nueva serie, nace la posibilidad de un
accidente asociado. Incluso series perfectas como “Big Bang” pueden tener un
accidente. En el segundo capítulo de la séptima temporada de “Big Bang”
asistimos a un accidente de guion en la tienda de cómics. Nada grave. Pero
Stuart está herido.
Sheldon quiere comprar un regalo para Leonard, que acaba
de volver a casa, y va a la tienda de cómics. Marco Antonio consiguió convencer
a los romanos de que Bruto, uno de los asesinos de Julio César, no era en verdad
un hombre honrado. Stuart consigue convencer a Sheldon de que, si quiere ser un
honrado coleccionista, debe gastarse 1.200 dólares en una figura de plástico de
Aquaman “muy rara”. Marco Antonio utilizó la palabra y su conocimiento de la
naturaleza humana para destruir a Bruto, y Stuart utilizó la palabra y su
conocimiento de la naturaleza de Sheldon para construir un Aquaman digno de un
coleccionista. Y no sólo eso. Stuart engañó después a Sheldon para que comprara
una pistola de agua de Batman utilizando el mismo argumento (su supuesta rareza)
que le funcionó con la figura de Aquaman. Queridos guionistas de “Big Bang”,
podemos entender que Shakespeare escribiera para Marco Antonio un discurso que
puso al pueblo de Roma en contra de Bruto, pero no entendemos que escribáis para
Stuart un discurso que pone a los seguidores de la serie en contra del
entrañable dueño de la tienda de cómics. Stuart no es así. La velocidad provoca
accidentes, y es posible que la velocidad de un guion lleno de situaciones
graciosas haya provocado ese accidente que tanto daño ha hecho a
Stuart.
Stuart es pobre, pero jamás incumpliría el imperativo categórico de
Kant para vender a un amigo una figura de Aquaman a un precio absurdo. Stuart es
un artista encerrado en una tienda de cómics, pero nunca se inspiraría en Marco
Antonio para vender una pistola de agua de Batman. Devolvednos a Stuart.
Siempre lo intenta y no es la primera vez que lo consigue. Stuart es así, tiene un poco un poco de Jeff Albertson y otro poco de Moe Szyslack. Rash es el entrañable, Stuart se hace querer porque es patético.
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