La localidad de Banshee, en el estado de Pensilvania, donde viven el “sheriff”
Lucas Hood y el sanguinario jefezuelo local Kai Proctor, es el reverso tenebroso
de Stars Hollow, en el estado de Connecticut, donde vivían Lorelay y Rory
Gilmore. Así que la serie “Banshee” (Canal+) es el lado oscuro de “Las chicas
Gilmore”, la cara oculta del pueblecito con barbacoas los fines de semana,
camareras que sirven café mientras te llaman “cariño” y ciudadanos amantes de la
ley que creen firmemente en su derecho a la búsqueda de la felicidad. En Stars
Hollow se celebraban encantadores maratones de baile y hermosos festivales de
invierno. En Banshee se organizan brutales peleas que convierten al boxeo en un
derivado del ikebana, y abundan personajes malvados que se comerían con patatas
al pobre Luke, el dueño de la cafetería favorita de las chicas Gilmore. Stars
Hollow es un lugar para sonreír y relajarse. Banshee es un lugar para tragar
saliva y casi dar la razón a Hobbes cuando decía que, sin personajes fuertes que
defiendan la ley como Lucas Hood, la vida en ciudades como Banshee se parecería
al estado de naturaleza y sería solitaria, pobre, desagradable, brutal y
breve.
Lucas Hood es un expresidiario que consigue hacerse pasar por el nuevo
sheriff de Banshee y que mientras se pelea con todo el mundo, se acuesta con
todo lo que se mueve (de sexo femenino) e intenta recuperar a su antigua novia,
tiene tiempo de hacerle la puñeta al malísimo, rico y poderoso Kai Proctor, un
amish expulsado de la comunidad. Amish, corrupción, sexo explícito, violencia
sin concesiones, matrimonios aparentemente felices, fiscales honrados,
pueblerinos toscos como los de la película “Deliverance”, fiestas sofisticadas,
malos sin escrúpulos que encantarían a Tarantino… Dicen que la Viena de finales
del siglo XIX y principios del XX, una gran ciudad zarandeada por los contrastes
entre los avances sociales y las nuevas ideologías y unas estructuras políticas
casi medievales, fue la capital cultural del pesimismo. Banshee, una pequeña
ciudad en la que conviven la tecnología casi mágica del siglo XXI con la
filosofía de Hobbes y la comunidad amish, es también la capital televisiva del
pesimismo. Stars Hollow, sin embargo, siempre será la capital del optimismo para
los que creemos que el corazón de Lorelay Gilmore es más fuerte que los puños de
Lucas Hood. Al menos, en la ficción.
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