Zeus se tragó a la titánide Metis, a quien había dejado embarazada, y tiempo
después Atenea nació de la cabeza del dios. Atenea, la de ojos glaucos, la
invencible diosa a la que le encantan los tumultos, guerras y batallas, nació
completamente armada y dando un potente grito. Como Atenea, la serie “El tiempo
entre costuras” nació de la cabeza de Antena 3 completamente armada con
estupendos actores, cuidado vestuario, decorados elegidos con mimo y diálogos
bien escritos. “El tiempo entre costuras” dio un potente grito y se llevó por
delante en los índices de audiencia a “Isabel” (TVE), a “La voz” (Telecinco) y
al fútbol.
El nacimiento de la serie hija de Antena 3 y la prudente Metis,
aunque ahora se haga llamar María Dueñas, ha llevado el tumulto, la guerra y la
batalla a la noche televisiva del lunes. Como diría el viejo Heráclito de Éfeso,
la guerra es común entre las cadenas televisivas, y la justicia es discordia. No
habría armonía si no hubiese agudo y grave, que están en oposición mutua, y no
habría armonía en los lunes si no hubiese “El tiempo entre costuras” e “Isabel”,
por un lado, y “La voz” y el fútbol, por otro, que están en oposición mutua.
Como Madrid y Tetuán, como la historia y el espectáculo, como la televisión y la
literatura. Es cierto que la decisión de Antena 3 de abrir la boca y tragarse la
agradable novela de María Dueñas para luego parir una serie como “El tiempo
entre costuras” parece fácil, pero no es nada fácil tragarse a una titánide y es
muy difícil parir con la cabeza. La audiencia agradece estos partos milagrosos,
y más todavía si luego son iluminados por la presencia de una actriz como
Adriana Ugarte, la perfecta Sira Quiroga. Dicen que Hermes convenció a Hefesto,
o quizá Prometeo, para que abriese una brecha en el cráneo de Zeus y permitir
así el nacimiento de Atenea. Seguro que Prometeo ha echado una mano a Antena 3
para que “El tiempo entre costuras” saliera de su cabeza, y Hefesto dio el
empujón definitivo para que la serie saliera al fin del cajón. Lo que pase a
partir de ahora con Sira ya no depende de los dioses.
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