Tener escrúpulos morales en la sede de la moralidad y la integridad integrista puede ser tan divertido como morirse de sed en una fábrica de cerveza. Y como aquí hablamos de televisión, queda claro que nos referimos a Intereconomía, la sede de la moralidad audiovisual, el íntegro vigía del occidente televisivo, la fundamentalista unidad de destino en lo universal encerrada en la pantalla del salón de casa.
El galopante proceso de descomposición de la cadena ha
logrado que lo que antes era solo lamentable ahora resulte grotesco. Tras
varias peticiones públicas de limosna a sus telespectadoras, el personal que
quiere cobrar se va de una sede que no existe y el que se queda no cobra en una
sede que no hay. Grandes programas (es un decir) como “El gato al agua” se
quedan sin cascabel y grandes iconos del imaginario colectivo (es otro decir)
como “Los Clones” denuncian incumplimiento de contrato y se van sin dar un
portazo porque las limosnas no alcanzaron ni para pagar puertas.
Para más inri, Carmen
Baños, presentadora de “El Telediario de Intereconomía” que debería estar
curada de espantos, siente escrúpulos morales con las cosas que le hace decir
su jefe. Anteayer, leyó esto para presentar la noticia sobre la huelga general
del sector de la enseñanza: “¿Está
justificada la huelga o responde a motivos políticos? Nosotros hemos sacado
nuestro detector de banderas y, ¡adivinen!, la mayoría eran republicanas”.
Entró entonces un vídeo, pero su micrófono quedó abierto mientras añadía: “Que conste mi total desacuerdo leyendo esta
entradilla”. Hermoso momento gracias al cual los devotos de Intereconomía
se harán cruces, la presentadora hará las maletas y a Wyoming se le hará la
boca agua. De la partidista y tendenciosa cobertura que hizo TVE de la huelga
en la enseñanza, mejor hablamos mañana. Adelantemos solo que TVE debería prestar
más atención a los emprendedores.
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