La entrega número 39 de la temporada 41 de “Informe Semanal” no se emitió el sábado por la noche después del “Telediario” como se había hecho toda la puñetera vida. En su lugar se emitió el estreno de “Uno de los nuestros”: uno de esos concursos nuestros en los que se insiste en convencer a la ciudadanía de que lo mejor que puede hacer uno con su vida es cantar, cocinar, bailar o tirarse desde un trampolín. Por obra y gracia de semejante engañabobos, TVE anunció que “Informe Semanal” comenzaría a las 23,30 horas, realmente empezó a las doce menos cinco y, excepto el sumario y poco más, el programa no se emitió el sábado, sino cuando ya era oficialmente domingo.
Si el genio que ordenó el cambio quería ofrecer un programa
blanco y familiar el sábado la noche, no lo consiguió. “Uno de los nuestros” es
solo un programa hortera que nació con la imborrable mancha de un pecado
original que nunca perdonaremos los que precisamente conocimos “Informe
Semanal” viendo la tele en familia. Es triste ver cómo, en un caso más, la
gestión de lo público se degrada preparando su demolición. No está a salvo ni
“Informe Semanal”, una de las pocas instituciones -si no la única- que el
franquismo dejó a los españoles y hemos hecho unánimemente nuestra.
Tras del sumario de “Informe semanal” apagué la tele. Había
reportajes sobre el caso Asunta o sobre
los “indicios de recuperación económica”,
pero no sobre el mar convertido en fosa común frente a Lampedusa. Cosas mías:
me había hecho la ilusión de que iban a comparar el “¡Vergüenza!” que lanzó el papa
Francisco con el sexto “Mandamiento” de la Iglesia del Monstruo de
Espagueti Volador: “Realmente preferiría
que no construyeras iglesias/templos/mezquitas/santuarios multimillonarios a mi
tallarinesca santidad cuando el dinero podría ser mejor gastado en (tú eliges):
terminar con la pobreza, curar enfermedades, o vivir en paz, amar con pasión y
bajar el precio de la televisión por cable”.
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