Si lo comparas con Mario Vaquerizo, todo es maravilloso. Ése es
el verdadero motivo por el que esta anomalía epigenética está teniendo el éxito
que está teniendo en la televisión nacional. "Alaska y Mario", "Increíbles: el
gran desafío", "El hormiguero". No es que las aventuras de Mario y la JuamPe
tengan per se el menor interés, pero la inclusión del reality de los iconos del
pop facha -perdón por la redundancia- en la MTV consigue, por contraste,
aumentar la calidad que parecen tener los realities de madres solteras de
dieciséis años enganchadas al crack que se enfrentan a la durísima elección del
tatuaje con el que rellenarán el cacho de nalga que les queda libre. En
"Increíbles: el gran desafío", la presencia de Vaquerizo en el jurado provocaba
un efecto mutante en el resto de componentes: Santiago Segura se volvía Neil
Patrick Harris, Chenoa alcanzaba la presencia de Liza Minelli, Marron parecía
haberse vuelto una mezcla quimérica de Sammy Davis Jr y Donald O’Connor. Todos
sabemos el verdadero motivo por el que Pablo Motos ha contado con Mario en la
actual temporada de "El hormiguero": a su lado, el presentador consigue el
carisma de Wyoming y su guitarra supera el de Buenafuente.
Y la última prueba de este "efecto Vaquerizo" tuvo lugar
durante la primera gala del nuevo "Tu cara me suena". Buena parte del programa
la seguí maravillado por el hecho de que Ángel Llácer no me estaba pareciendo
insoportable. Los lectores habituales de esta columna saben que eso desafía
alguno de los fundamentos más básicos de mi visión de la vida, el universo y
todo lo demás. Temí tener que enfrentarme a la dolorosísima tarea de
replantearme todo en lo que creo, hasta que descubrí qué era lo que estaba
pasando: a pocos metros de Llácer se encontraba el líder de las "Nancys Rubias",
y un agujero negro como éste era capaz de absorber incluso la luz tóxica del...
del... ¿showman catalán? Sin Mario la vida sería mejor, pero nos parecería
peor. Con él la vida es mucho peor, pero se vuelve maravillosa.
Me parece totalmente prescindible e irrelevante el adjetivo catalán despues de showman. Una, que es muy sensible.
ResponderEliminarHombre, considerando que, si Ángel Llácer intencionadamente exagerara solo un poquito más de lo que intencionadamente exagera su acento catalán para tener carisma, tendría que entrenar la técnica de tragasables para que no se le desencajara la mandíbula, creo que asociar el gentilicio catalán a su calificación de "showman" no es del todo descabellado.
ResponderEliminarPues no se yo si una manera de mejorar el carisma ante el pueblo español es precisamente exagerar su acento catalán, vamos que no creo que lo haga aposta...
ResponderEliminarTendrias que ver al Vaquerizo en Ilustres ignorantes. Creo que de los programas que mas me rei de ilustres
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