A comienzos de septiembre la televisión sufre el síndrome postvacacional. No es nada grave, sólo unos pequeños desajustes que padece el medio cuando tiene que retomar su actividad anual tras el parón que han supuesto los meses veraniegos. Las cadenas se encuentran... no sé... cansadas, irritables, faltas de concentración. Es habitual que si andamos zapeando todo el rato entre laSexta y 13tv, el televisor de pronto tenga un estallido de enfado y nos suelte un “¿en qué quedamos?” con malos modales y falta de respeto. En las teletiendas se reduce notablemente el entusiasmo a la hora de referirse al producto anunciado; así, el SlenderTigh Plus Ultra Premium Gold ya no es ¡¡el revolucionario aparato que sin ningún esfuerzo conseguirá en pocos días acabar para siempre con esa grasa acumulada en el abdomen que nos impide ser la persona que siempre deseamos!!, sino que ahora es un aparato de gimnasia que, bueno, está bien, pero sin más. Y luego están los problemas de atención y concentración: hoy mismo a primera hora de la mañana, en un informativo matinal de La 1, una noticia referida a la marcha de Carme Chacón a Miami quedó durante unos segundos parada, con la imagen de la futura no líder del PSOE congelada y el sonido en completo silencio, hasta que el reportaje pudo recordar de nuevo de qué estaba hablando y con qué sesgo ideológico debía hacerlo.
Son trastornos del mundo moderno. La televisión está sometida a fortísimas presiones en un escenario que alcanza una competitividad nunca antes conocida. Durante el verano se desconectan las capas del cerebro superior de las cadenas y sólo quedan activadas funciones básicas relacionadas con la emisión de reposiciones, telefilmes y marcas blancas de los principales programas. Por eso a partir de mañana Wyoming y Pablo Motos y Ana Rosa y Griso y Matías Prats van a estar un poquito nerviosos. Pero sólo serán unas semanas, las justas para que llegue el síndrome prenavideño y todo empeore.
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