No, por Dios, que no se reúnan Paquirrín y Telecinco, que no busquen una solución a su última trifulca y que no lleguen a un acuerdo. Hay que alarmarse porque se les ve venir. Esto ya lo hicieron antes y sabemos lo que pasó: primero Telecinco le dio caña a la Pantoja y Paquirrín en esos programas tan baratos y rentables que tienen, estos se indignaron de lo lindo porque aquello era intolerable, amenazaron con abogados y demandas, luego negociaron, la indignación se les pasó y consideraron que lo intolerable podía tolerarse perfectamente a la vista de los suculentos contratos que Telecinco les ofrecía para trabajar juntos. ¿Y quién paga el pato? Nosotros, los telespectadores.
El primer “pato” (o sea el primer “pacto”, porque sabrán que
de ahí viene el dicho) que pagamos propició que nos encontráramos con Paquirrín
de superviviente semoviente en “Supervivientes”, de presentador atroz en las
campanadas de fin de año y de jurado chiripitifláutico en “Tú sí que vales”. Después
de que contratante y contratado hicieron suficiente caja volvieron a enfadarse
muchísimo, rompieron relaciones y nos dejaron descansar una temporada. Y debe
de ser que calculan que ya fue suficiente descanso y estamos listos para
aguantar otra tanda de colaboraciones porque han vuelto a las andadas. Ellos
cocinarán y comerán el pacto y ya sabemos quiénes lo vamos a pagar.
Estos días empezó la coreografía Telecinco enseñando
imágenes del hijo de Paquirrín, que respondió con los movimientos
correspondientes, indignándose, considerándolo intolerable y mostrando su
intención de demandar a la cadena. Esta dio el paso siguiente proponiendo una
negociación con el padre de Paquirritín,
algo que este está, claro, dispuesto a escuchar. Y como lleguen a un pacto, ay
como lleguen a un pacto. Tendremos a Paquirrín acampando en el próximo
“Campamento de verano”, de DJ presentador chunda-chunda de las doce campanadas
y de jurado gourmet en la próxima edición destroyer
de “Esta cocina es un infierno”. No, por Dios, que no se reúnan Paquirrín y
Telecinco.
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