En la antigua Atenas, el teatro no era algo cotidiano, sino que se trataba de un
espectáculo que se representaba sólo dos veces al año, con motivo de las dos
grandes fiestas dionisiacas. Las series de televisión, en cambio, son un
espectáculo cotidiano que puede extenderse durante muchas temporadas (las que
dure el psicoanálisis de sus protagonistas, apunta Jorge Carrión en su ensayo
“Teleshakespeare”). Pero tragedias como “Edipo rey” y series televisivas como
“La cúpula” (Antena 3) comportan un gran poder para poetas como Sófocles o
escritores como Stephen King y también, como diría el tío de Spiderman, una gran
responsabilidad. Decía Esquilo que un maestro explica cosas a los escolares, y
los poetas explican cosas a los adultos. Nadie duda de que “Edipo rey” encierra
enseñanzas importantes, y nadie debería dudar de que “La cúpula” explica cosas a
los escolares y a los adultos porque lo que pasa en Chesters´s Mill, en Maine,
nos importa a todos.
Que una cúpula invisible e impenetrable deje aislados de
repente, y sin saber por qué, a los ciudadanos de un pueblo llamado Chester´s
Mill es tan raro como que un joven con los pies hinchados mate a Layo sin saber
que es su padre y se case después con Yocasta sin saber que es su madre. No
busquemos tres pies racionales al gato de la tragedia griega y la
ciencia-ficción contemporánea. La cúpula y el asesinato del padre es aquí lo de
menos. Lo que importa es lo que pasa en Chester´s Mill después de que la cúpula
les aísle del mundo y lo que pasa en Tebas después de que los actos de Edipo
hayan contaminado la ciudad. Si miras al abismo (y el abismo está bien
construido), el abismo te devuelve la mirada. Cuando miramos al abismo de
Chester´s Mill aislado por la cúpula y al abismo de Tebas acosada por la peste,
esos abismos nos devuelven la mirada. Así, es tan imposible ver un capítulo de
“La cúpula” sin examinarse a uno mismo dentro de la cúpula que rodea Chester´s
Mill como leer “Edipo rey” sin estudiarse a uno mismo dentro de la peste que
rodea Tebas. Lo siento por los personajes de “La cúpula”, pero el abismo en el
que viven hace que me interese más por mí que por ellos.
Y no sé si me gusta
lo que veo de mí en ese abismo.
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