Echo de menos a Charlie Harper. Tras la muerte de Charlie, la serie “Dos hombres
y medio” perdió un personaje excesivo, tierno, autodestructivo, vividor y más
humano que los humanos, dejando un hueco que ni siquiera un tipo como Walden, el
ingenuo millonario interpretado por Ashton Kutcher, ha podido llenar. Al
parecer, “Dos hombres y medio” perderá en breve al “medio”, es decir, a Jake
Harper, el sobrino de Charlie interpretado por el exniño Angus T. Jones. A
diferencia de Charlie Sheen, despedido de la serie porque su personaje de
ficción no podía competir con el personaje real, Angus T. Jones se va de la
serie porque pidió a los espectadores que dejen de ver “Dos hombres y medio” y
de llenar sus cabezas con esa porquería. Charlie Sheen se llevaba el trabajo a
casa sin ningún problema, pero la fe cristiana de Angus T. Jones le impide
sentirse cómodo en una serie irreverente que hace apología del sexo, del alcohol
y de otros placeres terrenales. Echaré de menos a Jake.
Espero encontrarme
algún día con Charlie Sheen en el “Bada Bing!”, el club de striptease propiedad
de Silvio Dante en “Los Soprano”. Y espero no encontrarme jamás con Angus T.
Jones en una nueva versión de “La casa de la pradera” o de “Autopista hacia el
cielo”. Pero, sobre todo, no quiero echar de menos a Alan Harper, el hermano de
Charlie y el padre de Jake en “Dos hombres y medio”. Alan es un tipo patético
que vive una vida de gorrón profesional, siempre a dos velas, siempre golpeado
por la vida y por las mujeres, vulgar y exquisito, despreciado y a la vez amado
por todos. Me gusta Alan porque veo en este quiropráctico sin blanca a un
Sócrates en Malibú. Como Sócrates, Alan no es hermoso. Y, como Sócrates, Alan se
dedica a hacer preguntas a los demás sin dar su opinión particular sobre ningún
punto. Alan de Malibú ayuda a los demás a dar a luz sus ideas acerca de la vida,
del amor, del compromiso, de la responsabilidad y del fracaso. Ni Charlie, ni
Walden, ni Jake buscan respuestas en Alan, sino que esperan buenas
preguntas.
Si Sócrates viviera en Malibú, vestiría como Alan, bebería tanto
como Alan y dormiría en casa de Walden, que es un Alcibíades inofensivo. Y, para
variar, le diría a Angus T. Jones: “Calla, para que no te vean”.
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