¿Es aplicable el principio de Hanlon al extrañísimo episodio protagonizado recientemente por Raquel Sánchez Silva? En primer lugar, el principio de Hanlon defiende que nunca hay que atribuir a la maldad aquellos comportamientos que puedan ser explicados por la estupidez. En segundo lugar, Sánchez Silva ha reanudado su actividad profesional tras el fallecimiento de su marido. Su primer trabajo ha tenido lugar en un acto promocional del nuevo modelo Sony Xperia Z, cuya característica más destacada es su resistencia al agua. Es por ello que Raquel se sumergió en una piscina con tiburones llevando consigo dos unidades de dicho teléfono móvil, en donde permaneció por unos minutos. A la salida de su chapuzón aceptó conceder su primera entrevista a un medio de comunicación desde el fallecimiento de su marido; fue en el programa de Ana Rosa y la conversación se desarrolló en los siguientes términos:
AR.- Raquel Sánchez Silva ha estado nadando entre tiburones. Raquel, buenos días.
RSS.- Buenos días a todos. Un besito muy fuerte, Ana, a ti y a todo tu equipo. Me llegaron todos vuestros mensajes a través de mi Sony Xperia Z (y en ese momento muestra a la cámara sus dos teléfonos móviles con actitud claramente publicitaria), y me siento muy halagada y muy honrada de hablar con vosotros por primera vez, de nuevo ante las cámaras con no sé si la mejor sonrisa pero sí una de las primeras.
Haberse referido a los mensajes de condolencia por la muerte de su marido citando la marca del teléfono movil en cuyo acto de promoción participaba en ese momento y enseñándolos a la cámara, ¿es un acto de maldad -pero de maldad extrema, de maldad imposible en un mundo en donde aún algo tenga sentido- o de estupidez -pero de estupidez extrema, de estupidez imposible en un mundo en donde aún algo tenga sentido? Sócrates y Robert Hanlon defendieron que no existe el mal sino la ignorancia. Ni uno ni otro vivieron en el siglo XXI. ¿Alguien más se quiere unir a mí en mi creciente sospecha de que no existe la ignorancia sino el mal?
2 comentarios:
Sobrecogedor. Se te hiela la sangre.
No sé por qué opción decantarme: no creo que sea estupidez o ignorancia, ya que parece que sabía muy bien lo que hacía (y su cuenta en el banco lo agradecerá); y tampoco lo veo como maldad, pues no le causa ningún mal a nadie aparte de a su propia imagen. Avaricia y mezquindad, sí. Pero ¿maldad? Creo que ese término se aplicaría a otras situaciones.
Lo que se evidencia con esa entrevista es que, en general, en la publicidad vale todo y no se respeta nada con tal de vender un producto.
En otros asuntos (véase por ejemplo la política en nuestro país) sí estoy de acuerdo en que la ignorancia no se puede aplicar como justificación de lo llevado a cabo, así que no nos queda otra que la maldad.
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