Las cooperantes de Médicos Sin Fronteras liberadas anteayer tras un largo secuestro en Somalia tienen que empezar un recorrido televisivo ya mismo. Ni descanso ni pamplinas. Ni respeto a la intimidad ni pijadas. Ni respeto y consideración ni hostias. A ver si reaccionan rápido y recuperan el tiempo perdido haciendo posible que la tele rentabilice un suceso como este, que vende bien y que si se administra con profesionalidad puede mantener la máquina en marcha durante quince días, un mes si hay suerte y van saliendo historias laterales jugosas.
Ya falló escandalosamente la llegada de las cooperantes a
suelo español. Qué lejos estuvieron las escasas imágenes que vimos comparadas
con las coberturas de sucesos a las que las teles nos tienen acostumbrados. No
hubo cámaras atosigándolas nada más pisar la escalerilla del avión, ni
reporteros persiguiéndolas por el aeropuerto, ni programas interrumpiendo su
programación para dar paso a la última hora de su regreso, ni codazos en
directo a ver quién se queda con la exclusiva, ni especialistas en secuestros
analizando en plató cada gesto, ni atosigamiento a las protagonistas para que
digan qué tal se encuentran, cómo va todo, qué harán ahora, cómo ocurrió el
secuestro, si han sido tratadas bien durante el cautiverio, qué comían, dónde
dormían, si temieron por sus vidas, si lloraban por las noches pensando en los
suyos. Pero, por favor, si ni siquiera les metieron un par de cámaras por el
cogote cuando se reencontraron con sus familias para que tuvieran lo suyo los
índices de audiencia, esos dioses televisivos en cuyo altar cualquier
sacrificio está santificado. Menuda ocasión perdida.
A ver si va a resultar que los de Médicos Sin Fronteras colaboran con otros países y no con el nuestro, con la falta que le hace a nuestra pobre gente ganar dinero fácil utilizando la vida de los demás para sacar la pasta con la que pagar el caviar de sus hijos. Esta ONG no se ha enterado de que la generosidad bien entendida empieza por nosotros mismos y por los nuestros, que para eso son los nuestros.
A ver si va a resultar que los de Médicos Sin Fronteras colaboran con otros países y no con el nuestro, con la falta que le hace a nuestra pobre gente ganar dinero fácil utilizando la vida de los demás para sacar la pasta con la que pagar el caviar de sus hijos. Esta ONG no se ha enterado de que la generosidad bien entendida empieza por nosotros mismos y por los nuestros, que para eso son los nuestros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario