Un año más, con la llegada del verano, los programas del verano se llenan de consejos para el verano. Es lo que tiene el verano. ¿Qué debemos hacer entonces los telespectadores? ¿Cómo hemos de enfrentarnos a estas pesadillas en forma de omnipresentes recomendaciones veraniegas? ¿Cómo podremos sobrevivir a la avalancha de consejos que nos sepulta en cuanto llega una olita de calor de nada que mata a media población por deshidratación y a la otra mitad de salmonelosis? Preocupados por su bienestar y por rellenar este hueco del periódico en estos días tan difíciles en que no pasa nada, “625 ranas” les ofrece una serie de útiles consejos para resistir con dignidad a los útiles consejos para el verano que, preocupados por su bienestar y por rellenar el hueco de programación en estos días tan difíciles en que no pasa nada, les ofrece esos magacines veraniegos nacionales y autonómicos que se llaman “La mañana de verano”, “El programa del verano”, “Verano, verano” o “Guadalajara en verano”.
Nuestro consejo fundamental es que no vea programas con
consejos para el verano. Son siempre los mismos: lo del agua, la sombra, la
nevera y la crema solar. A ver, si usted trabaja de guionista en un programa de
verano, le puede venir bien verlos para copiar contenidos, pero si es un simple
telespectador no necesita aguantar la chapa de consejos que ya aguantó mil
veces. Si les va a hacer caso, volver a verlos es redundante. Si no les va a
hacer caso, volver a verlos es innecesario. Así que aire.
Consejo corolario: cuando se tropiece con un programa de
consejos, apague la tele y salga a la calle. Allí verá que, en efecto, estamos
en verano. El verano de la calle es interactivo y en 3D, mucho mejor que el de
la tele. Aproveche y tóquelo. Revuélquese en él. Si algo sale mal, cuando esté
hospitalizado por deshidratación, golpe de calor, salmonelosis o quemaduras
solares, ponga en la tele de su habitación cualquiera de esos programas con
consejos para el verano y tome nota para el año que viene. De nada.
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