5/5/13

REVOLTIJO DE TESTIMONIOS



Cuando tocaba escribir la carta a los Reyes Magos, mi madre siempre decía que pidiéramos un revoltijo. Los hermanos queríamos pedir lo que veíamos en los anuncios de la tele. Ella insistía en sustituir aquellos caros juguetes por un revoltijo. No aceptábamos el cambio porque de pequeños ya habíamos picado y habíamos visto el resultado: el revoltijo era solo una bolsita con unas cuantas chucherías revueltas. Como siempre, de mayor se da uno cuenta de que los padres tienen razón. Primero, porque la carta a los Reyes no deben escribirla los anuncios de la tele, sino los padres: ellos saben lo que hay y lo que se pueden permitir. Y segundo, porque recurrir a un revoltijo siempre es un buen recurso para engañar a incautos.

Telecinco lanzó la serie “El don de Alba” (noche de los martes) formando un revoltijo con “Al otro lado”. Así, “El don de Alba”, la versión local de “Entre fantasmas”, estaría arropada por la versión telecinquera de “Cuarto milenio”. Afortunadamente, los espectadores no tragaron el revoltijo y aceptaron los fantasmas ficticios de “El don de Alba” pero rechazaron el timo de “Al otro lado” y sus fantasmadas.

Hace dos meses que Ana García Lozano presenta “Tenemos que hablar” en las tardes de La 1, uno de esos programas en los que la gente cuenta su vida. “No pagamos a los invitados. Una persona por dinero puede inventarse cualquier cosa”, dice Lozano para dar más valor a los testimonios. En “Al otro lado”, Carmen Porter hacía un revoltijo con los invitados “especialistas” en fantasmadas y los que iban a ofrecer su testimonio. Puede que ninguno cobraba, pero eso no daba más valor a sus palabras: los primeros viven de publicar fantasmadas y la publicidad en este campo tan rentable siempre viene bien; los segundos se sienten pagados con solo verse protagonistas y más si es en la tele. No quiero liar a nadie haciendo un revoltijo con los testimonios de los programas de fantasmadas y los de los “talk shows”; solo recordar que, en ambos casos, una persona con tal de salir en la tele puede inventarse cualquier cosa.

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