Por si algún día usted acabara al frente de una cadena de televisión -cosas más raras se vieron- sería importante que aprendiera a hacer declaraciones rimbombantes y darse pisto. Es fácil: basta con imitar el estilo de Paolo Vasile, el gran jefe de Telecinco.
Lección primera. Si dirige usted una nueva cadena y dispone
de pasta suficiente en tiempos en que la tele pública pierde su monopolio
histórico, utilícela para copiar el modelo de televisión hortera italiana y
para fichar a golpe de talonario a unos cuantos profesionales de la tele
pública. Así irá ganando audiencia poco a poco. No importa que la pública gane
por goleada: usted dirá que es el primero de su grupo. Telecinco no despegó en
su día reconociéndose la penúltima, sino vendiéndose como “la primera de las privadas”.
Lección segunda. Si además de disponer de pasta tiene estómago,
puede inundar su programación de cotilleos babosos y realities tramposos (y viceversa) hasta desbancar a la tele pública
y ser la cadena más vista del país. No importa que le acusen de hacer
televisión basura: usted dirá que da al público lo que le pide.
Lección tercera. Si otra cadena privada, como hace estos
meses Antena 3, asalta su liderazgo, declare que no todo vale, que la audiencia
no lo es todo, ni lo justifica todo, porque lo más importante es ahorrar gastos
y la austeridad. No importa que le acusen de no saber perder: usted dirá que la
guerra ya no es la audiencia, sino el coste.
Lección cuarta. Si en el futuro, el Dios de las televisiones
no lo quiera, usted perdiera la guerra de la audiencia y perdiera la guerra del
coste porque otra cadena lograra más espectadores y lo hiciera con programas
más baratos, échele morro y declare que no todos los espectadores valen lo
mismo. No importa que le acusen de indeseable: usted dirá que ofrece a los anunciantes
un target urbano y con alto poder
adquisitivo. ¿A que es fácil?
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