Esto va a ser cosa de que estamos metidos hasta las trancas en una glaciación y no se enteró nadie. Una glaciación gorda. Una de esas que hacen que se acumule tanta agua helada en los continentes que el nivel del mar desciende a lo burro. Ese es el auténtico cambio climático que estamos viviendo y lo demás es pitorreo. Por eso, anteayer los españoles pudimos asistir a la transición entre dos programas más bestial de la historia de la televisión. En la sobremesa del miércoles, “Corazón” terminó con la sentencia de condena a Isabel Pantoja y Julián Muñoz. Un instante después, la primera edición del “Telediario” dio un giro de 360 grados para dejarnos donde estábamos ¡y abrió con la sentencia de condena a Isabel Pantoja y Julián Muñoz! Como diría Mauricio Colmenero, ¿pero esto qué es?
En la última glaciación, el nivel de los océanos descendió
tanto que había muchas zonas del lecho marino por las que se podía caminar
tranquilamente (igual que cuando Dios separó las aguas del mar Rojo porque se
lo pidió Moisés y al pasar por allí
el ejército del pueblo no elegido las hizo volver para que conociera su
infinito amor y misericordia muriendo ahogado). Este descenso hizo que se
crearan conexiones terrestres entre Australia y Nueva Guinea y Tasmania, entre
algunas islas de Filipinas y algunas de Indonesia, entre Japón y Corea, o entre
Asia y América por el estrecho de Bering. Y esos puentes de tierra permitieron
la migración de plantas y animales entre los territorios conectados. Justo
igual que está ocurriendo entre los territorios de “Corazón” y el “Telediario”:
que los personajes de un lado migran para otro, y los del otro, para uno.
Hace años, la Pantoja y Muñoz pertenecían a ecosistemas televisivos
diferentes. Ella era un personaje del corazón y él un político que podía salir
en los informativos. Ahora ambos cruzan
de un lado a otro sin mojarse los pies. Y no son los únicos. No hay más que
poner la tele para asistir a un trasiego constante de fauna que va de un lado a
otro de los géneros televisivos clásicos. Va a ser eso: que estamos en una
glaciación así de gorda y no nos habíamos enterado.
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