Decía Chesterton que cuando la gente deja de creer en el catolicismo suele comenzar a creer en cosas peores. No sé. Si en un universo absurdo unas circunstancias sin sentido me forzaran a elegir entre casarme por la iglesia católica o casarme en “Las bodas de Sálvame” seguramente preferiría contraer matrimonio bajo la amonestación de un sacerdote trentino antes que oír, como hicieron Carolina y Cristian, “yo, Jorge Javier Vázquez, presentador de ‘Las bodas de Sálvame’, en virtud de los poderes que me confiere la audiencia de Telecinco, os declaro unidos en matrimonio. Lo que ‘Las bodas de Sálvame’ ha unido que no lo separe nadie”. Toda sociedad necesita mitos y ceremonias. Los mitos son historias modélicas que presentan las soluciones oficiales que cada cultura da a los problemas de la condición humana, mientras que las ceremonias ordenan temporalmente las etapas de la vida mediante ritos de paso. En Occidente, el cristianismo, habitual protagonista de estas cuestiones, perdió el monopolio de los mitos con la llegada de Hollywood hace un siglo. Con “Las bodas de Sálvame” y la aparición de la Iglesia de la Telecincología es fácil prever que se va a quedar también sin el chollo de las ceremonias.
El exitazo de audiencia así lo indica. Un cuarto de España abrazó la salvífica fe de Mediaset mientras yo reorientaba mis pasos hacia el rito romano. Y si alguna duda fugaz hubo, bastó comprobar que la apoteosis nupcial de Telecinco se acompañaba de Celine Dion gritando la eritematosa canción de “Titanic” (“yooor jiiir dersnooocin aifiiirrr...”) para que no sólo decidiera casarme bajo la marcha nupcial de Mendelssohn sino que ya corriera presto y jubiloso a los cursillos prematrimoniales de mi parroquia. Ateo como soy de todas las religiones, me declaro antiteo de cualquiera que tenga a Jorge Javier Vázquez como sacerdote. La Iglesia de la Telecincología no contará con mi alma entre sus filas. Para mitos ya me las apaño con Hesíodo y para ceremonias qué mejor que ver a Springsteen en su concierto gijonés de finales de junio...
1 comentario:
Eso los que tienen entradas para The Boss. Los que no, debemos hacer gala de una fortaleza de espíritu singular para no pifiarla.
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