No distingo muy bien entre “La muerte tenía un precio”, “Por un puñado de dólares” y “El bueno, el feo y el malo”, los tres grandes espagueti-westerns protagonizados por Clint Eastwood. Reconozco que soy incapaz de tararear la música de “La guerra de las galaxias” sin que me venga a la cabeza la música de “En busca del arca perdida” y de “Superman”. Y admito, con grave sentimiento de culpa, que suelo mezclar las películas de Robert de Niro con las de Al Pacino y las de Dustin Hoffman. Pero soy perfectamente capaz de distinguir la ficción de la realidad, no creo que la televisión sea una fábrica de psicópatas, y sostengo que el profesor de literatura y asesino de “The following” ha conseguido que aumenten las ventas de los libros de Edgar Allan Poe pero no ha incrementado el número de asesinos en serie. Por eso no me preocupa, queridos padres y madres, que un alumno de secundaria sea adicto al canal Fox Crime y, en especial, a la serie “Dexter”.
La autopromoción de Fox Crime presenta una selección de
escenas de series y películas que ilustran conductas cobardes, crueles,
ambiciosas, débiles, codiciosas, vengativas, peligrosas, traicioneras,
envidiosas, corruptas, violentas y mentirosas que finaliza con esta chocante
frase: “Por un mundo sin crimen”. La exposición a los crímenes de ficción de
“Bones”, “NCIS: Los Ángeles”, “CSI” o “Dexter” no produce monstruos y, desde
luego, no es la causa de la violencia en el mundo ni provocó la guerra de Irak.
Puede que un día de estos un tipo cometa un asesinato horrible y eche la culpa a
Dexter, al igual que Charles Manson dijo que la canción de los Beatles “Helter
Skelter” le llevó al asesinato. Pero prohibir la serie “Dexter” y las canciones
de los Beatles no evitaría los asesinatos y, además, son perfectamente
compatibles con la esperanza de Fox Crime en un mundo sin crimen. El guionista
Gerard Jones dice en su ensayo “Matando monstruos” que los niños necesitan la
violencia imaginaria, pero la violencia de las series de televisión no produce
niños violentos del mismo modo que una exposición temprana e intensa a los
melodramas no provoca un carácter romántico. San Francisco de Asís cantaría hoy
al hermano sol, a la hermana luna y al hermano viento y, por la noche, vería
“CSI” y “Dexter”.
La verdad es que me preocupa más no mezclar las películas
de De Niro con las de Al Pacino que la mala influencia de “Dexter” en nuestros
jóvenes.
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