Queremos “turismo de calidad”, dicen y repiten. Tanto que
nos acostumbramos a oírlo sin poner el grito en el cielo: lo que España
necesita es ofrecer servicios de calidad para atraer turismo de calidad formado
por turistas de calidad que busquen destinos de calidad. En un rincón de la
memoria, aquel turismo de tú a tú de “Un país en la mochila”, aquellos viajes
con el pequeño presupuesto de La 2 y el gran corazón de José Antonio Labordeta se esconden avergonzados. Y surge la duda:
¿logramos ser dignos turistas de calidad cuando viajamos o nos quedamos en
visitantes molestos?
Peor aun: ¿vieron “Ricos sin crisis” en el “Callejeros” del
viernes por la noche? Qué glamour, qué lujo, qué rendida admiración destilaba
el reportaje (“¡Guau!”, decía la
reportera) ante el despliegue de suntuosa ostentación y refinamiento impostado
de la élite económica. Democracia igualitaria: da igual que los ricos sean
españoles o extranjeros, nobles o plebeyos, viejos o nuevos ricos; lo
importante es que sean ricos y vivan aquí.
Es lo que España necesita: ciudadanos de calidad. Los ricos
no tienen crisis. Los ricos dan muy buenas propinas. Los ricos dan trabajo a
quien les sirve. Los ricos son felices y se ríen cuando enseñan sus mansiones y
esconden al servicio tras una puerta, cuando dicen que hace falta un sueldo
para pagar unos pendientes de fantasía, cuando aseguran ser clase media y
añaden que cada vez que compran un bolso compran dos pares de zapatos a juego
de diferente número por si se hinchan los pies.
En una pausa, anuncian para el lunes en “Las mañanas de
Cuatro” un “Especial España en paro”. Qué lata. Si algo nos enseña “Callejeros”
cuando se transforma en “Palaciegos” es que este fastidio de la crisis, el paro
y la pobreza se arreglaría fácilmente si en España hubiera más ciudadanos de
calidad.
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